por un momento,
nos parásemos a ser conscientes
del momento vital que componemos,
si fuera visto desde otra perspectiva?
Me explico,
pues algún día
la vida familiar que concebimos constante,
tradición, costumbre;
el espacio común ya compartido antaño
que sigue sirviendo de lumbre y abrigo
al tiempo, que se viste de una nueva arruga, de nuevos latidos, año tras año;
quizá toque a su fin,
simplemente decaiga, se desvanezca,
se complique, se distraiga o cambie,
y próximos nuevos latidos, con miradas de incomprensión,
entiendan esta vida, las historias alrededor de esta lumbre
con añoranza, así como ahora entiendo yo
las anécdotas de juventud de mis mayores:
como un tiempo pasado mejor
que no llegaron a vivir.
¿Y si paramos
a ser conscientes
de lo robusto y lo efímero
que lo que construímos es?