Soy capaz de recordar ese sentimiento con tanta vividez que casi me parece como si me lo estuviesen inyectando en un espacio entre la piel y el interior de mi cuerpo que me rodea la silueta entera. Me recorre las esquinas y me impregna el espacio intersticial de pérdida, de abandono y de inseguridad.
Incluso sin haberlo vivido de la misma manera, incluso sin que nadie me dijese a mí nunca "se acabó". A veces lo dije yo. Otras veces lo dijimos ambos. Y aun así, revivo esa sensación con claridad y se revuelven las entrañas de mis actuales sentimientos para enseñar otra cara. Si esto dura mucho, estoy segura de que me confundirían.
Recuerdo cómo duele de repente verse de nuevo solo, y tener miedo porque te han soltado las cuerdas del columpio. Te ves desprovisto de toda la luz que te daba una persona, te encuentras a oscuras de repente, y es como si de un golpe lo disfrutado con ella se volviese de mentira porque no vaya a volver a ocurrir algo parecido. ¿Tanto has querido ver, que no has visto nada?
Entre lo que más duele, está el ver las ilusiones hechas añicos. Y si miras en tu recuerdo su sonrisa, entonces no entiendes nada. Ver la burla al volver a ese momento y ser consciente de que ahora te provoca llanto, y sentir cómo la tensión que había en tus mejillas ahora es humedad. ¿Tanto has dado, para nada? ¿Tanto has sentido y tanto has estado dispuesto a sentir, para que de sopetón todo desaparezca?
Recuerdo no entender qué hace que la base rígida y las alas de pájaro que te daba el columpio de repente se rompa. Qué hace que un segundo sientas que puedes confiar, y al segundo siguiente sólo puedas confiar en que la confianza no existe, en que todo se rompe. En que estás solo, y en que tienes la obligación de crear momentos de gloria para ti mismo. También es un momento de reencuentro, pero no es un reencuentro deseado. Mi yo me dice "Ahora tengo que cuidarte, pero ¿ya estás de vuelta? Quiero no tener que ser yo otra vez". Pero otra de las cosas más dolorosas es no tener un botón que apague el rincón del corazón donde se encuentra esa persona.
Sin querer, inevitablemente, lo hayas dicho tú, lo hayáis dicho ambos o te lo hayan dicho a ti, un "se acabó" supone una caída pronunciada ya no sólo de tu ánimo, sino, más importantemente, de lo que sientes con respecto a esa persona.
Pasa de ser amor a ser nostalgia, de ser presencia a ser falta, de ser amistad a ser rabia.
Si tuviéramos un botón para apagar el corazón como a nuestro alrededor algo se apaga, la imagen quedaría congelada, el amor sería infinito, y no existirían la pena, la falta ni el valor. Tampoco existirían el arrepentimiento, el autoconocimiento, ni la reflexión.
Recuerdo ese sentimiento con la sensación de tener algo clavado en el pecho; y, antes de cerrar los ojos y recordarme caer, aún me da tiempo a pensar que es de las cosas más importantes que he sentido jamás.