Aún me sigo preguntando de dónde sale todo.

viernes, 20 de julio de 2018

Inabsolutismo, la historia de aquello que creí absoluto.

Parece que el mundo se empeña en moverse, pero quiere mover con él el palo que clavé en la tierra... ¿No puede dejarlo ahí?

sábado, 7 de julio de 2018

Sobre el autoconocimiento.

No soy la mejor persona del mundo... Ni creo que nadie lo sea. Pero tampoco creo que haya tantas personas malas como malos actos se cometen en el mundo.
Todo el mundo, directa o indirectamente, ha hecho alguna vez daño a alguien. Esto es un hecho, y si te sorprende y no te sientes identificado, te aconsejo que repases a fondo tus actos de las últimas 24 o 48 horas.
Pero, ojo, no estoy criticándote. Puesto que en una relación social se implican obligatoriamente un mínimo de dos personas, una ofensa no procede nunca jamás de una sola, al igual que tampoco lo hacen la comunicación o la pelea. En la ofensa, influyen tanto el cuidado de uno como el entendimiento y la sensibilidad del otro o viceversa.
¿A qué viene esto?
Últimamente he tenido la oportunidad de reflexionar acerca de personas a las que (en algunos de los casos) conocía de lejos, a través de otra persona que tuviera una relación más cercana tanto conmigo como con ellas. Sin embargo, e incluso buscando como amiga una postura neutral, imparcial, de amiga, para aconsejar a mis amigos o reflexionar con ellos, he llegado a reveladoras conclusiones acerca, especialmente, de personalidades influenciables y dependientes. Y yo pienso, en mis reflexiones, y estando a una rama de distancia relacional con las susodichas personalidades, la parte que falla son esas mismas. Sin embargo, desde su orilla pueden estar en la misma situación que yo y mis cercanos, y sacar sus propias conclusiones, que podrían paradójicamente ser análogas a las mías.
Lo que quiero decir con esto es que, en general, no existen tanto personas malas o malas intenciones, sino personalidades que chocan, problemas de autonomía personal, o psicologías complejas y escondidas de cuyo portador no es consciente.
Por eso me parece tan importante el autoconocimiento. Es necesario reflexionar, hacer un examen de conciencia de vez en cuando, una revisión exhaustiva de nuestros actos; y más que nada, ser capaz de llegar a la autocrítica constructiva, a la capacidad de reconocer los fallos y perdonárselos, y a la voluntad para el cambio de actitud. Si una persona tremendamente dependiente e interesada fuera capaz de descubrir y reconocerse a sí mismo el tener la autoestima por los suelos, llegaría a la conclusión de que necesita de los demás para sentirse bien, y de que no es capaz de aportar nada a cambio. Y no le hará falta nada más que un poco de ganas, un poquito de fuerza de voluntad para darse a sí mismo el amor que no encuentra en ningún lugar. Y si la persona afectada por esto se diera cuenta, paralelamente, de sus propios fallos (porque como he dicho, una ofensa no procede nunca jamás de una única persona), quizá sería más fácil reconducir una relación, perdonarse, o bien al menos sacar algo de provecho de la transición de posesión a recuerdo.