En el mundo de la inmediatez, todo lo que no se obtiene al segundo frustra. Los mensajes no pueden dejarse "en leído", y si un pedido online llega un día después, te han timado.
Si la paciencia es la madre de la ciencia, pocos contemporáneos pueden llamarse científicos.
En el mundo de la inmediatez ya no se disfruta de las cosas pequeñas. El tiempo pasa rápido porque nadie se para a esperar, y la belleza de lo sutil pasa desapercibida porque quien espera, desespera en vez de observar.
Creo que justo en lo contrario está uno de los secretos de mi felicidad. En que, aun en el mundo de la inmediatez, me detenga a saborear un mensaje antes de contestarlo, o contenga mi curiosidad en favor de alargar una sensación. A veces las cosas, y el tiempo, pasan rápido porque nosotros mismos las cruzamos corriendo... Pero no hay sentimiento mejor que no tener ninguna prisa, aun teniendo ilusión, por abrir una caja para saber si contiene dentro algo... O no.