Aún me sigo preguntando de dónde sale todo.

lunes, 24 de octubre de 2016

Coloquio de mi felicidad.

Es curioso: últimamente me ha dado por preguntarme si soy feliz, y cada vez que me surge la duda me enzarzo en una discusión conmigo misma. Algo que, más o menos, suena así:

-¿Que si eres feliz, dices? ¡Ay, Marinita, tú sabes bien lo feliz que has llegado a ser...!
-¿Y por qué no habría de serlo ahora, a pesar de que ría menos?
-Tú misma lo sabes: de tres años para aquí te has vuelto más seria, más...
-Yo diría sofisticada o, más bien, pulida.
-Como quieras. Eso no es lo que diría tu Yo de entonces; estabas convencida de que no querías convertirte en alguien gris.
-¿Crees que soy alguien gris?
-La verdad... creo que no. Es cierto, has crecido y te has pulido, te has cubierto los secretos y los puntos de belleza con capas de individualidad... Y ya no te muestras ante cualquiera. Pero eso no quita que tengas tus pequeños astros de luz dentro.
-Sí, creo que esa es una de las grandes cosas que la vida me ha enseñado.
-De cualquier manera, ¿qué te impide reír ahora mismo?
-¡Nada! La verdad, nada... Pero quizá mi risa se haya vuelto más selectiva o tímida, o quizá ahora le guste hacerse de rogar. Sin embargo, que no ría no significa que no sonría por dentro...
-¿Y tú sonríes por dentro?
-Estoy bastante convencida de que sí.
-Eso me suena a que no estás muy segura...
-¿Sabes? No es fácil asegurar que eres feliz cuando sabes que en cualquier momento puede ocurrir algo que te haga sentir desdichada...
-Hemos pasado por mucho, estoy de acuerdo.
-... pero quizá en eso consista ser feliz: en saber que, por encima de toda desdicha, ...
-... se puede llegar a una felicidad conforme y no excluyente del pasado.

lunes, 10 de octubre de 2016

Por cierto...

... y hablando del pasado;
Creo que en el alma de uno hay tantas cosas enterradas bajo los cimientos del presente que, a veces, se nos olvida que están ahí. Después de cinco años, ¿cómo acordarse de las palabras exactas?, o, pasados ciento diecisiete meses, ¿cómo esperas que recuerde que aquél día te sentías así?
Sin embargo, todos tenemos algo dentro que no se nos escapa, que se revuelve en nuestra tripa y logra abrirse un hueco entre los suelos de nuestro salón para dar paso a una mala hierba o una flor. O a la unión simbiótica de ambas...

Nunca te lo he dicho, y siempre he procurado mantenerlo en secreto por si los susurros conseguían hacer que crecieras; pero sigues ahí, en alguna parte, rondándome la cabeza y emergiendo de la nada en mi pecho, abriéndome una grieta en la coraza cardiaca e impregnando el ambiente con tu aroma agridulce cada vez que, sin quererlo, te recuerdo. Aún apareces en mis sueños a menudo, donde te dedicas a decirme todo lo que te privas de contarme ahora; y donde yo soy feliz de esa forma inocente de la que lo era contigo.
Y, sin embargo, cada día que veo tu diminuta raíz asomarse vuelvo a arrancarla, tanto para que te vayas como para hacerme creer que te has ido.

domingo, 2 de octubre de 2016

Viajes en el tiempo.

Es imposible huír del pasado. De alguna manera siempre intenta colarse por cualquier rendija; ya sea en forma de olor, con el sonido del inicio de una canción que parece ser aquélla pero en realidad no lo es, o con lo menos habitual: un aparentemente breve vistazo voluntario al camino recorrido, que termina por durar horas.
En mi caso, mi pasado suele preferir que hable sobre él con palabras escritas. Dice que a ésas nunca se las lleva el viento, por lo que son perfectamente adecuadas para describirle.

Parece tan extraño como un suceso ajeno el darse cuenta de repente de que tu vida no siempre ha sido como es ahora mismo. Estoy acostumbrada a éste presente, con todas sus ausencias y carencias, y todas sus cosas de más. Pero siempre es una ocasión especial aquella en la que, por casualidad, caigo en que muchas de esas ausencias fueron algún día algo más que ausencias, y en que muchas de esas cosas de más pueden haber sido antiguas carencias.

Lo más difícil para mí es mirar al pasado sin que esa acción influya en mi presente; pues cuando decido recordar, decido inconscientemente revivirme. Me encuentro de nuevo bajo la piel de una Yo que ya no es mi Yo, y siento, veo y deseo todo lo que esa otra persona deseó, vio y sintió en ese mundo paralelo alejado de mi realidad. Normalmente, cuando recuerdo, toda la retahíla de fotogramas se sucede sin interrupción. Pero a veces, en contadas ocasiones como lo es hoy, algo me devuelve bruscamente aquí, a mí, y resulto descubrir que mi Yo tiene un cajón al fondo de su alma en el que guarda un pequeño deseo: volver a ser la de antes.

Sin embargo, tan desgraciada como afortunadamente; aunque mi Yo pudiese retroceder en su tiempo, volver a ser la de antes no sería posible si todo lo demás siguiese siendo el demás de hoy.

Ni mi actual Yo de hoy con su profundo cajón cerrado te negaría que, si fuese posible volver al pasado, lo haría. Sin embargo, nada cambiaría y este día terminaría llegando de nuevo, y todos los sentimientos de aquella otra Yo habrían quedado igualmente ennegrecidos, que es tal y como lo están hoy.

Así que, pasado; me dispongo a recordarte por un segundo de mi tiempo presente. Voy a escribirte despacio y vocalizaré para meterme en el papel, voy a representarte por primera vez después de ser protagonista del hecho real en que te basas, y voy a volver a mi vida sin permitir que tú la cambies, pues tú mismo la cambiaste ya una vez y decidiste que aquí llegaría Yo.

Jamás prometería que te haría volver, pero no necesito jurar que todas mis Yos te van a querer.