Siempre me ha gustado observar. Tengo una profunda curiosidad hacia las cosas y su funcionamiento; me siento aún una aprendiz de todo lo que me queda por vivir y lo que ya he vivido. Por eso observo, me detengo a leer lo que pone en las flores, a escuchar los secretos del viento y a descifrar qué significan los movimientos de los pájaros cuando vuelan.
Me gusta pensar que lo que veo no es sólo fruto de mi imaginación.
Por eso redescubro un mundo en tu mirada, por eso es lo único que de verdad logra llenarme. Tu brillo me dice que estás atento; en tu pupila vientos negros revuelven los confusos nombres de tus demonios como en una taza de café. Pero tu iris cambiante, a veces dorado, en ocasiones verde pardo, tiene un detalle curioso: siempre tiene una pizquita de... magia.
A ratos tu mirada está cansada, o perdida, o inquieta. Cuando tus párpados se relajan en una pose dura es muy sencillo palpar desde lejos tu vibración. Cómo tus músculos tiemblan de forma casi imperceptible, pero cierta; y cómo tu mente se llena por un rato de pájaros negros.
Pero cuando te miro veo algo más, veo una luz especial que no procede de ningún lugar; un pequeño punto que tu profundidad genera, un vórtice de emociones girante como espiral de anillos de saturno.
Hoy he visto cómo la pantalla de tu mirada rápidamente hacía zoom y enfocaba un punto dentro de esa pequeña mancha invisible: cómo, de repente, tus ojos se inundaban de algo mucho más pequeño, mucho más simple. Pasas en un segundo de la más silenciosa enormidad a la insignificancia mágica de las cosas pequeñas, a la ilusión que de pronto te hace cálido y dirige los extremos de mi boca hacia el sol como si quisiesen escaparse.
Sí, yo sonrío con los labios porque en tus ojos hay llanto, hay risa y emoción. Hay un huequito en el muro que has forjado; y cuando te pido observar por él tú me guías a atravesarlo. Enséñamelo, deja que lo palpe, que lo abrace y lo consuele, y alúmbrame con la luz de tu astro, que bombea energía sin cesar.
Rehúye mi mirada si has de hacerlo en algún momento; yo seguiré leyéndote, lentamente y poco a poco, el principio de este cuento.