Aún me sigo preguntando de dónde sale todo.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Mialægro.

En vísperas de Navidad el mundo entero se revuela. Las luces tintinean en las calles y la ilusión se esconde en las pupilas de los niños; y la gente, mientras tanto, se cuestiona las preguntas más olvidadas de la inmensidad de su mente.
A mí me rompía el alma lo que los hechos me obligaban a creer: que no te importaba nada, que no fui nada trascendente para ti. Qué curioso incidente el de cruzarme contigo y no verte después de haber repetido la escena mil veces en sueños y deseos que pudieran convertirse en pesadillas, ¡quién me lo iba a decir! Parece que en el gran motor del mundo se hubieran conectado cables y caminos y se hubiesen retomado las obras abandonadas de un paso iluminado. ¡Y no quepo en mí de alegría! Pues, aunque no estoy muy segura de a dónde me llevará esto, es bonito observar de nuevo las vistas.
En vísperas de Navidad, la magia hace de las suyas. Corretea por tejados y resbala en canalones, enciende chimeneas y baila en salones. El Lunes me sacó a bailar aunque no llevaba tacones; la música sonó y me atrapó entre dos canciones. Tu pasado, tu pasado, tu pasado... mis emociones.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Derivando, en búsqueda.

Últimamente mi cabeza está en la ribera de un río y mi niebla es la apatía permanente y densa que me impide observar el agua correr. Normalmente esa imagen suele despertarme deseos, ilusiones... Pero hace tiempo (frío) que no tengo ni el más mísero objetivo.
Intento rebuscar entre mis escombros y un fantasma me traslada a un pasado en el que yo perseguía la máxima expresión de mí, mi propia superación. Ahora, aunque no deja de ser un instinto de mi personalidad buscar siempre una mejora, ha pasado de ser mi punto de mira a ser un mero trámite odioso que me hace recordar cada día que no he decidido hacia dónde quiero que me lleve. O, simplemente, hacia dónde quiero ir.

Y es que, aunque tenga mis pequeñas ideas, mis imágenes y mis deseos, me veo incapaz de llevarlos a cabo; me quedan grandes como prendas de abrigo, y siento que no puedo crecer más. Quizá ni quiero.

Así que soy un barco sin timón y a la deriva sobre terreno pedregoso, y me empuja la perspectiva de ser un buque grandioso; pero, antes que serlo, ojalá se disipasen la niebla y este frío horroroso u ojalá en las aguas de un río lograse encontrar reposo.

martes, 29 de noviembre de 2016

¿Y nuestra animalez?

Y de repente, ahí apoyada, de pie sobre un árbol con los pies cruzados en una femenina postura y viendo pasar los coches, con sus faros de luces bailando, girando alrededor de una rotonda; soy capaz de hacer clara en mi mente esa idea que ya me rondó en algún momento: todo esto es un absurdo juego.
My shadow's wall, de Lígula, suena en mi cabeza inducida por el sonido de mis auriculares; y tiene un ritmo que, de alguna forma extraña y mediante el acompasaje con el movimiento aparentemente irregular de los vehículos, se compromete a hacerme ver que todo lo que observo fue un día un campo verde. Un campo verde a través del cual podría haber caminado libremente, tomando cualquier dirección, eligiendo cualquier sentido y dándole o no a mis pasos un punto como objetivo.
Sin embargo, hoy se ha convertido en una carretera unidireccional y de única orientación; en aceras que limitan mis costados y en edificios que obstaculizan el camino de mi mirada hacia el horizonte.
Y me resulta hasta irritante cuando, al girar la cabeza hacia mi derecha, un sonido, aparte del de la música, busca un hueco para colarse en mis oídos: el "chaschaschás" del agua de la fuente.

sábado, 19 de noviembre de 2016

-Sal de ahí.

¿Y qué contarte de las malas pasadas de la mente?
La mía me tiene atrapada, enredada bajo redes y enterrada entre disgustos; por más que sepa que tras las ramas hay sol.
¿Nunca te has preguntado qué harías en tal situación, estando indefenso y bajo las tramas de alguien? Siempre me visualizo en el contraataque, pero en este caso soy incapaz de actuar. Espero el momento en que alguien llegue y me saque de entre el entramado, y es que quizá sea que estoy cansada de luchar... De luchar contra el invierno y quedar congelada hasta la primavera.
-Sal de ahí- desearía decirme, de la forma más persuasiva del mundo, tendiéndome una mano.

martes, 1 de noviembre de 2016

Entre tus brazos.

Qué feliz soy. Qué feliz me haces. Y lo que más me gusta es que no alcanzas a imaginarte hasta qué capa de mi cuerpo has calado, porque aunque conoces todas las cosas que haces y cómo de dulcemente me tratas, el momento en que mi amor por ti avanza a zancadas surge mientras duermes.

Qué bonito es acariciarte, sentir tus músculos relajados moviéndose involuntariamente al ritmo de tu respiración bajo tu piel de terciopelo mientras la mía se eriza de placer cuando la rozan tus sábanas y la abraza tu compañía; escuchar únicamente cómo el aire entra y sale de ti al compás de tus latidos, que retumban en el oído que apoyo sobre tu pecho, como si fuera un intruso y a la vez un inquilino. Susurrarle de forma inaudible a tu lejana consciencia la forma en que te veo cuando no puedes verme mirándote, preguntándome si en alguno de esos, tus olvidados sueños, estarás escuchando lo que confieso al aire y apenas oigo yo. O darme cuenta de que allí donde estoy soy invasora, extranjera; de que me encuentro en el único pequeño lugar del infinito universo que está hecho en exclusiva para e impregnado por completo de ti, y ser consciente de lo mucho que aprecio que lo compartas de tal forma conmigo, colándome y arropándome entre las mantas que siempre te han rodeado sólo a ti. Permitiéndome presenciar cómo vas conciliando el sueño, cómo respiras, las posturas que te hacen sentir cómodo y la suavidad con que te despiertas. Permitiéndome ser partícipe de todo aquello de lo que tu magia hace parecer imposible que te dotes, y que a la vez, es lo que más mágico te hace a mis ojos.

Es un verdadero amanecer en plena noche el despertar y estar acurrucada sobre ti, poder compartir esos momentos con tu onírico ser y descubrir que eres, a la vez, tan bonito como humano.

lunes, 24 de octubre de 2016

Coloquio de mi felicidad.

Es curioso: últimamente me ha dado por preguntarme si soy feliz, y cada vez que me surge la duda me enzarzo en una discusión conmigo misma. Algo que, más o menos, suena así:

-¿Que si eres feliz, dices? ¡Ay, Marinita, tú sabes bien lo feliz que has llegado a ser...!
-¿Y por qué no habría de serlo ahora, a pesar de que ría menos?
-Tú misma lo sabes: de tres años para aquí te has vuelto más seria, más...
-Yo diría sofisticada o, más bien, pulida.
-Como quieras. Eso no es lo que diría tu Yo de entonces; estabas convencida de que no querías convertirte en alguien gris.
-¿Crees que soy alguien gris?
-La verdad... creo que no. Es cierto, has crecido y te has pulido, te has cubierto los secretos y los puntos de belleza con capas de individualidad... Y ya no te muestras ante cualquiera. Pero eso no quita que tengas tus pequeños astros de luz dentro.
-Sí, creo que esa es una de las grandes cosas que la vida me ha enseñado.
-De cualquier manera, ¿qué te impide reír ahora mismo?
-¡Nada! La verdad, nada... Pero quizá mi risa se haya vuelto más selectiva o tímida, o quizá ahora le guste hacerse de rogar. Sin embargo, que no ría no significa que no sonría por dentro...
-¿Y tú sonríes por dentro?
-Estoy bastante convencida de que sí.
-Eso me suena a que no estás muy segura...
-¿Sabes? No es fácil asegurar que eres feliz cuando sabes que en cualquier momento puede ocurrir algo que te haga sentir desdichada...
-Hemos pasado por mucho, estoy de acuerdo.
-... pero quizá en eso consista ser feliz: en saber que, por encima de toda desdicha, ...
-... se puede llegar a una felicidad conforme y no excluyente del pasado.

lunes, 10 de octubre de 2016

Por cierto...

... y hablando del pasado;
Creo que en el alma de uno hay tantas cosas enterradas bajo los cimientos del presente que, a veces, se nos olvida que están ahí. Después de cinco años, ¿cómo acordarse de las palabras exactas?, o, pasados ciento diecisiete meses, ¿cómo esperas que recuerde que aquél día te sentías así?
Sin embargo, todos tenemos algo dentro que no se nos escapa, que se revuelve en nuestra tripa y logra abrirse un hueco entre los suelos de nuestro salón para dar paso a una mala hierba o una flor. O a la unión simbiótica de ambas...

Nunca te lo he dicho, y siempre he procurado mantenerlo en secreto por si los susurros conseguían hacer que crecieras; pero sigues ahí, en alguna parte, rondándome la cabeza y emergiendo de la nada en mi pecho, abriéndome una grieta en la coraza cardiaca e impregnando el ambiente con tu aroma agridulce cada vez que, sin quererlo, te recuerdo. Aún apareces en mis sueños a menudo, donde te dedicas a decirme todo lo que te privas de contarme ahora; y donde yo soy feliz de esa forma inocente de la que lo era contigo.
Y, sin embargo, cada día que veo tu diminuta raíz asomarse vuelvo a arrancarla, tanto para que te vayas como para hacerme creer que te has ido.

domingo, 2 de octubre de 2016

Viajes en el tiempo.

Es imposible huír del pasado. De alguna manera siempre intenta colarse por cualquier rendija; ya sea en forma de olor, con el sonido del inicio de una canción que parece ser aquélla pero en realidad no lo es, o con lo menos habitual: un aparentemente breve vistazo voluntario al camino recorrido, que termina por durar horas.
En mi caso, mi pasado suele preferir que hable sobre él con palabras escritas. Dice que a ésas nunca se las lleva el viento, por lo que son perfectamente adecuadas para describirle.

Parece tan extraño como un suceso ajeno el darse cuenta de repente de que tu vida no siempre ha sido como es ahora mismo. Estoy acostumbrada a éste presente, con todas sus ausencias y carencias, y todas sus cosas de más. Pero siempre es una ocasión especial aquella en la que, por casualidad, caigo en que muchas de esas ausencias fueron algún día algo más que ausencias, y en que muchas de esas cosas de más pueden haber sido antiguas carencias.

Lo más difícil para mí es mirar al pasado sin que esa acción influya en mi presente; pues cuando decido recordar, decido inconscientemente revivirme. Me encuentro de nuevo bajo la piel de una Yo que ya no es mi Yo, y siento, veo y deseo todo lo que esa otra persona deseó, vio y sintió en ese mundo paralelo alejado de mi realidad. Normalmente, cuando recuerdo, toda la retahíla de fotogramas se sucede sin interrupción. Pero a veces, en contadas ocasiones como lo es hoy, algo me devuelve bruscamente aquí, a mí, y resulto descubrir que mi Yo tiene un cajón al fondo de su alma en el que guarda un pequeño deseo: volver a ser la de antes.

Sin embargo, tan desgraciada como afortunadamente; aunque mi Yo pudiese retroceder en su tiempo, volver a ser la de antes no sería posible si todo lo demás siguiese siendo el demás de hoy.

Ni mi actual Yo de hoy con su profundo cajón cerrado te negaría que, si fuese posible volver al pasado, lo haría. Sin embargo, nada cambiaría y este día terminaría llegando de nuevo, y todos los sentimientos de aquella otra Yo habrían quedado igualmente ennegrecidos, que es tal y como lo están hoy.

Así que, pasado; me dispongo a recordarte por un segundo de mi tiempo presente. Voy a escribirte despacio y vocalizaré para meterme en el papel, voy a representarte por primera vez después de ser protagonista del hecho real en que te basas, y voy a volver a mi vida sin permitir que tú la cambies, pues tú mismo la cambiaste ya una vez y decidiste que aquí llegaría Yo.

Jamás prometería que te haría volver, pero no necesito jurar que todas mis Yos te van a querer.

jueves, 15 de septiembre de 2016

¿Qué es el...

... amor?
-¿Que qué es el amor? -dice él, con una sonrisa intrigante de oreja a oreja.
- Sí, eso he dicho... - responde a su vez ella, adoptando una pose pensativa -. Es decir, si te obligasen a definirlo ahora mismo, ¿tú qué dirías?

Él reencuentra su semblante serio, medita un instante mientras juega con su cerveza, y al cabo de un rato, responde.
- Diría que es la única palabra que no necesita definición.

>Diría que el amor no "es", diría que el amor se siente. Diría que es una sensación tan ambigua, tan frágil, con tantos matices como personas hay en el mundo, que no tendría sentido buscar un denominador común. Diría que existen amores buenos, amores mejores y amores malos. Les diría que me pidieran definir el amor según mi persona, actualmente y en estas circunstancias. Y entonces hablaría de cómo mi perspectiva del amor ha variado a lo largo del tiempo...
>Pero no seamos estrictos, sé que en realidad preguntas por mi forma de ver el amor; que es lo único a lo que puedo responderte con claridad.
> Pues bien, para mí, amarte es mirarte a los ojos y saber que nada puede ir mal. Es comprender antes de desear; y es arriesgar antes de pensar. Es besarte, y saber que son los besos más bonitos que he podido compartir nunca; no porque exista electricidad, ni por ser de película; sino sólo por ser nuestros. Es esconder secretos únicos entre los dos y entender la complicidad. Amarte son mis yemas sobre tu piel, o mi mirada buscando la tuya. Es hablarte durante horas, sentirme pequeño y a la vez que me hagas grande. Obviar el orgullo porque es tu presencia lo que me hace ser mejor. Ser capaz de decirte "te amo" sin que me tiemble la voz, e incluso sin pronunciarlo...

-Todo eso es precioso -corta ella, ruborizada aunque insatisfecha -, pero me pregunto si eres capaz de hablar de "amar", sin "te".

Y él finalmente sonríe, acerca su rostro al de ella y susurra:
- Amar es saber que soy libre para elegirte todos los días.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Sueños.

Es increíble hasta qué punto pueden llegar a afectarte los sueños; teniendo en cuenta que son creaciones de nuestra propia mente. Es decir, algo que sale de nosotros mismos no debería causarnos tal impresión en ocasiones, ¿no?
A veces es la inquietud, o el malestar que una situación imaginaria lúcida logra depositar en nuestro ser; otras veces las dudas, e incluso la seguridad que profiere el autoconocimiento... La sensación de deseo, o incluso el miedo, o la impresión de la percepción a través del sentido del tacto.

He tenido sueños tan extraños, tan vívidos, tan cercanos a mis secretos y reveladores, y tan alejados de todo lo que me resulta confortable... que, últimamente, siempre me despierto con la sensación de que vengo de vuelta de otra realidad.

jueves, 11 de agosto de 2016

Curiosidad.

Hace tiempo que me pregunto qué ocurre para que una persona decida por dónde caminar donde puede ser libre y no existen paredes. Cuando veo parejas en la playa, caminando cerca el uno del otro, no puedo evitar pensar en la cantidad de arena que hay para pisar, la cantidad de caminos y direcciones que podrían tomar e inventarse y en que, sin embargo... Deciden de forma inconsciente caminar juntos.

miércoles, 27 de julio de 2016

Microcuéntame...

Tenía mucho que dar, y tenía muchas ganas de darlo. Pero se lo quise dar a la persona equivocada, alguien que quería hacer, de mis cuentos sobre doncellas y dragones, romances sobre caballeros rana y princesas encerradas en torreones.
- Pero... Es que la vida no es así - le dije.
Y escupió una llamarada de fuego:
- Tampoco en la vida existen dragones.

lunes, 25 de julio de 2016

Una razón más. I

No soy quien fui en aquella época de oscuridad. Ya no mantengo secretos: susurro, soplo y grito al viento aquellos cuchillos clavados en mi garganta, convertidos ahora en palabras dulces. Ya no me cuesta respirar, ni la sutil ansiedad me envenena, y mis fantasmas no me oprimen los pulmones. Mi mente ya es libre de las cadenas que me cerraban el paso a la conducta coherente.
Hago lo que siempre pensé que haría. Digo lo que sé que hube de decir. Y ahora inspiro profundamente pero con fuerza, abriendo el paso a mis alveolos a través de la muralla de espectros que me ahogaba y destruyéndolos a todos, porque tu presencia logra sosegarme. Y devolverme a mí.

"Hay algo en tu forma de mirarme que me dice que estoy bien..."

miércoles, 20 de julio de 2016

El átomo de vida cíclica.

Es extraño. El silencio del sonido que no sale de tu boca, la falta de compañía de tu silueta tangible, el recuerdo en forma de fantasma de vapor que por las noches recreo a mi lado. Es una situación extraña, con la pincelada de sensaciones acogedoras y de familiaridad conmigo a la par. ¿Cómo no voy a sentirme como en casa cuando vuelvo a resolverme inevitablemente aislada?

jueves, 14 de julio de 2016

jueves, 9 de junio de 2016

A todas horas.

Sigo sin ser capaz de creerme la difícilmente crédula incredulidad de tenerte conmigo. Y es que aún me fascina lo remota que se me hace la idea de tener la posibilidad de contar con alguien incluso cuando ni yo misma me soporto, a pesar de lo increíblemente real y verdadero que resulta al ponerlo en práctica contigo. Aún escucho aquí y allá las vocecitas de mi cabeza preguntándose por qué no me he desequilibrado aún, queriendo exponerme al peligro porque no han conocido otra cosa; y les sigo respondiendo a su interrogación retórica que no tengo ni la más remota duda de que, aunque no sé el qué, tú tienes algo que ver con ello. Mi pequeña población de ideas continúa estupefacta: ¡hay orden en tu mente! Y si se desordena, rápidamente actúas regulando mi percepción de la Hermosidad, haciendo que vuelva mi yo libertosa pero colocada en la mancha de luz móvil que podría describir como mi lugar y que, últimamente, adora tenerte a su lado. Como qué alocada fantasía parecía asemejarse de aquí a un tiempo lo que hoy es tan real, esa presencia anunciada por un cambio de presión que despresuriza mi aura y que mis receptores perciben incluso cuando no estás presente, convirtiéndola en algo tangible. Yo qué sé, sólo sé que sé una sola cosa, cosa que sóla solo sirve como sueño surrealista; cosa que susurras asustando a los fantasmas, cosa que me dices para acompañar tus rosas y hacer de un submundo nuestra supuesta magia. La fugaz imagen en mi imaginación de tus labios aproximándose a mi, que desaparece en un momento frágil y desvanecido como nube de humo previo a la escena final del truco de un mago que enseña su última carta. Pónlas todas sobre la mesa y la mano en el fuego apostando por la verdad que esconden mis sonrisas, que aunque apuestes en vano, es tu estrecho campo de miras para crear esperanzas ciegas el que da fuerza al pulso de mis dientes cuando se exponen a la destrucción del mundo exterior. Y qué miedo les da, pero cómo te gusta verlo. Mientras, yo cierro mis ojos al mundo para ensordecer mis sentidos y agudizar la embriaguez que me provoca el perfume de tu boca, que resuelve en un segundo todos mis carajos de cabeza haciéndolos sustituir por la cuestión de cómo estás dotado de la capacidad de resultar tan delicioso. (Yo te daba, contra mi cama, sobre la ventana, bajo lluvia de sal que tú me eches). ¡Tan delicioso! Podría no parar de besarte, callarme para siempre y olvidarme de hablar con sólo poder verte, ya que un breve vistazo es suficiente y capaz de suplirme adrenalina todo un día. Tangible es la posesión de una marca en la palma de mi mano que me impedirá tenderla, lavarla o dejar que se coloque un anillo en ella sin recordarte previamente; perceptibles los inexistentes límites de que se dota mi imaginación cuando tú, posibilidad remota, te encuentras a mi lado.

martes, 7 de junio de 2016

Qué me está pasando.

A solas sobre la cama
enfrentada contra mi mente,
y es que por más que lo intente,
las sombras me están invadiendo.
Vestida, pero desnuda,
postrada ante una reina de piedra
que erradica toda mi magia
cada vez que quiero respirar:
se ríe gozosa Realidad
de mi humillante postura.
Yo ilusa, inmadura,
observo el suelo al andar.
No veo el cielo azul,
no sé si es que no quiero verlo,
pero en tal caso me da miedo
mi pasiva reacción ante el alud:
siento que todo se rompe,
que se desvanecen mis ganas,
que yo no hago nada
porque no sé qué hacer.
Estoy tan frustrada
sin embargo,
tan asustada
que no veo nada
de lo que veía ayer.

Bloqueada
de alma, de piel y de mí,
cerrada, asustada,
porque no-yo lo quiere así.



viernes, 3 de junio de 2016

Rebusco en tu pasado. Me traslado a través de todas las luces brillantes en el reflejo del firmamento sobre el agua, sobre la tierra cuando es de noche. Me desplazo a la velocidad de la luz en un mundo infinito, lleno de vacío y posibilidades, buscando aquéllas que, estoy segura, sucedieron, para que todo fuera como fue y a partir de ahí tu tiempo se acabara.

Tengo un enigma, muy pocas pruebas traducidas en recuerdos y unas cuantas hipótesis en las que confío plenamente a ciegas.

Sé que puedo buscarlo. Sé que puedo llegar a entenderte.

¿Cuánto podría costarme eso?

miércoles, 1 de junio de 2016

¿Dónde estás? ¿Dónde te has metido?
No sé ni a qué de tantas cosas me dirijo.

viernes, 20 de mayo de 2016

miércoles, 18 de mayo de 2016

Lo indefiniré.

Miau.
¿Qué significa "miau"?
Podría ser cualquier cosa.
O ninguna.
Puedo llegar a decirlo sin propósito alguno,
o soltarlo sin más cuando quiero decir muchas cosas.
Es probable que ni siquiera en mi mente obtenga un significado,
o que sea mi forma de expresar todo cuanto no me sale explícito.
Puede que hoy sea un día miau,
de esos en los que no me entiendo,
en los que mi interior se queja
y algo está desajustado.
Cuando la luz del sol es demasiado blanca,
y eso sólo puede avecinar tormenta,
y guardar silencio resulta
la respuesta más sabia:
cuando hay viento de por medio
procedente de un batir de alas,
ven y mira mi mirada,
hazme hablar sin decir nada.
Y si decido callarme
articúlame la lengua,
pregúntame algo absurdo,
no me concedas la tregua.
Por cuanto más estúpido sea algo
tírame más de la manga,
no sé qué quiero decirte,
pero por más resistencia que oponga:
porque entres en mi alma,
porque te descubriré un misterio,
porque hablaré sin motivo,
sin sentido, pero en serio.

viernes, 13 de mayo de 2016

Hacerte la lluvia bajo el amor.

Y, de nuevo, qué dulce placer...
El de sentirte.
La increíble agonía de mis límites.
Cuantas partículas volátiles
pudieran cambiar de forma
para ser
apasionadas y sutiles,
presentes e intangibles,
todo a la vez.
La forma en que encajas en mí,
lo perfecta que me siento
si completa por ti,
confundida entre maleza
con las sombras, gris,
como nube de lluvia
que resbala sobre ti.
Primero te mojo,
luego te empapo.
Termino calándote
y calentándome yo.
Entre piel y piel
el roce de la fricción,
me tienta la miel
de tu labio inferior.
Y cuando arden tus iris
escucho con atención
el sonido grave
de tu respiración.


El dulce placer
de sentirte.
La increíble agonía de mis límites.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Connected.

Es algo que se encuentra a miles de kilómetros de aquí. Algo, una huérfana existencia sin nombre a la cual no podría siquiera describir como magia. Es un suceso inexplicable, un hecho fantástico que jamás había podido experimentar, es una novedad, un descubrimiento grandioso y dulce para quien es goloso.

¡Qué electricidad! Vaya conexión. La complicidad de alta tensión.

 Es como si fuésemos máquinas hechas a la par e interconectadas. Casi se asemeja a una corriente eléctrica, a una alarma que va incrustada por dentro de ti y salta de vez en cuando, alertando a todos tus sistemas de que algo en otra unidad no funciona bien. ¿Sabes que tú la despiertas? Pero también la duermes, éso es lo extraordinario. Cómo, sin ni tú ni yo saberlo, tus tan silenciados mensajes llegan involuntarios a mí y yo, involuntariamente, los leo. Cómo, sin decirnos una palabra ni mirarnos, podemos llegar a saber todo aquello que no nos contamos. Cómo nos comunicamos con los ojos. Cómo aparece tu olor de vez en cuando, inesperado, en la imaginación de mi ¿engañoso? olfato.

De qué manera soy meramente testigo de la surrealista forma en que nos conectamos.

viernes, 6 de mayo de 2016

Esculpirte,


A lo largo del tiempo he aprendido a distinguir las grietas que él mismo ha ido dejando en mí.
Soy consciente de que, si bien antes estaba hecha de arcilla, ahora me encuentro esculpida y profundizada en roca. No conozco mi verdadera forma, y sólo sé contar las veces que he caído y me he roto porque guardo en una caja fuerte cada uno de mis pedacitos.

A veces me sorprendo preguntándome cuántas veces, cuántas caídas habrías tenido tú para tener tantas aristas. Por las manos de cuántos pocos escultores que supieran pulirte bien pasaste, para estar tan afiladas.
A veces me pregunto qué hice yo contigo. Cómo era tu figura antes; y cómo será ahora. ¿Conseguí, de alguna manera, pulir alguno de tus bordes? ¿O acaso te rompí más, te afilé el corazón con sacapuntas? Quizá ahora no seas ni la sombra de lo que fuiste, o quizá en realidad no ha cambiado tu estructura. Quizá también, si te viera, me sorprendería tu imagen, tan distinta; pero quizá no lo hiciera; y quizá, es posible, que en realidad jamás lo pudiese distinguir ya que sólo pude verte desde una perspectiva.

A veces recuerdo que me hubiese gustado conocer mejor tus abismales límites, tus picos y tus valles; y en ocasiones me viene a la mente la sensación de que algún día deseé recorrerlos.
Pero el resto del tiempo, que me va tirando rítmicamente contra el suelo a ver si me parto, se me olvida tu fragmento, desaparece por completo el rasguño que dejaste y se convierte en un bisel, en el doblez de una camisa, en un tirabuzón del cabello.

Me gusta la forma que me has dado, la claridad que no me has vetado, el aire por el que me has dejado volar. 
Pero, a veces, me parece un regalo muy caro que me has hecho a tu pesar.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Eres magia.

Toco el tiempo inexistente que se expande intocable, aquí y allí a la vez.

Estoy aturdida, desenfocada y vagando por el tambaleante espacio visual de un observador mareado que me ve doble. Espera, ¿estoy aquí, o a mil kilómetros de distancia? Aún no me creo que verdaderamente te toque cuando lo hago.
Siento la inminente necesidad de gritar magia encerrada en palabras, pero los soplos de inspiración se encierran en el subconsciente de mi mente saturada de los momentos que guardo contigo. Un instante fotografiado en mi memoria sin necesidad de un visor: solos tú, yo, tus besos y las estrellas. La forma antagónica dual de tus labios, que poseen y encierran el bello arte de ser a un tiempo mi brisa y mi éxtasis. El color de ese punto de tu cuello del que me he quedado prendada y al cual siempre recurro para esconderme. El olor de tu boca cuando exhalas imperceptiblemente en el momento previo a rozar la mía.

Siento la inminente necesidad de encontrarme más cerca, cuanto pueda más cerca de ti; y es que, ya te toque, te acaricie o ejerza presión sobre ti, todo me resulta imposible. Se me olvida acordarme de que tengo todo el tiempo del mundo para romper el espacio entre partículas negativas, y no recuerdo así que cuanto más haya de desear rozarte, tanto más tiempo tendré por delante.

Eres la probabilidad de haber entrado por ése poro, la certeza de haberte expandido y la teoría de haberme inundado. Te mueves a velocidades infinitas, yo no puedo perseguirte, deformas el tiempo y lo detienes en mis diminutas partes y sabes cómo hacerme eterna. Estás aquí, y eres materia; y a la vez un motor de expansión dentro de mí que predica ondas por mi pierna.

Dime, ¿acaso no te dotas de la magia de las partículas? Dime, ¡qué más bello hay que eso!

jueves, 14 de abril de 2016

¿Te leo?

¿Qué hay en tu mirada?
Siempre me ha gustado observar. Tengo una profunda curiosidad hacia las cosas y su funcionamiento; me siento aún una aprendiz de todo lo que me queda por vivir y lo que ya he vivido. Por eso observo, me detengo a leer lo que pone en las flores, a escuchar los secretos del viento y a descifrar qué significan los movimientos de los pájaros cuando vuelan.
Me gusta pensar que lo que veo no es sólo fruto de mi imaginación.

Por eso redescubro un mundo en tu mirada, por eso es lo único que de verdad logra llenarme. Tu brillo me dice que estás atento; en tu pupila vientos negros revuelven los confusos nombres de tus demonios como en una taza de café. Pero tu iris cambiante, a veces dorado, en ocasiones verde pardo, tiene un detalle curioso: siempre tiene una pizquita de... magia.
A ratos tu mirada está cansada, o perdida, o inquieta. Cuando tus párpados se relajan en una pose dura es muy sencillo palpar desde lejos tu vibración. Cómo tus músculos tiemblan de forma casi imperceptible, pero cierta; y cómo tu mente se llena por un rato de pájaros negros.
Pero cuando te miro veo algo más, veo una luz especial que no procede de ningún lugar; un pequeño punto que tu profundidad genera, un vórtice de emociones girante como espiral de anillos de saturno.

Hoy he visto cómo la pantalla de tu mirada rápidamente hacía zoom y enfocaba un punto dentro de esa pequeña mancha invisible: cómo, de repente, tus ojos se inundaban de algo mucho más pequeño, mucho más simple. Pasas en un segundo de la más silenciosa enormidad a la insignificancia mágica de las cosas pequeñas, a la ilusión que de pronto te hace cálido y dirige los extremos de mi boca hacia el sol como si quisiesen escaparse. 

Sí, yo sonrío con los labios porque en tus ojos hay llanto, hay risa y emoción. Hay un huequito en el muro que has forjado; y cuando te pido observar por él tú me guías a atravesarlo. Enséñamelo, deja que lo palpe, que lo abrace y lo consuele, y alúmbrame con la luz de tu astro, que bombea energía  sin cesar.

Rehúye mi mirada si has de hacerlo en algún momento; yo seguiré leyéndote, lentamente y poco a poco, el principio de este cuento.

miércoles, 6 de abril de 2016

Mariposa imantada.


De nuevo entre campos algodonados. Otra vez protegida, otra vez embaucada, otra vez cazada y una vez más, frágil.
Hoy me siento como una mariposa: hecha siempre para alzar el vuelo y mostrar su hermosa danza de piruetas de color. Pero soy una mariposa acomodada, y he encontrado un suave nido: tus hojas. Me posé sobre ellas con delicadeza, procurando no pesar; pero con cada segundo que pasa y que yo permanezco quieta y cómoda sobre tu mullida superficie con las alas desplegadas, voy sintiendo que cede más. No quisiera doblarte, ni mucho menos impedir que te diera el sol. Peor aún, ¿terminaría impidiendo que vieras otras mariposas y pajarillos surcar el cielo viajando al sur?

Me asusta estar tan quieta, tan cómoda en un lugar y con las alas tan abiertas, me asusta llegar a sentir esa sensación de familiaridad o de costumbre: parece siempre la premisa que avecina la ráfaga de viento que destrozará el tejado, el cazamariposas del coleccionista al cual mi color atrajo o la tormenta que me arrancará de cuajo de aquí sin que me haya podido despedir.

Podría revolotear a tu alrededor, pero una fuerza invisible me atrae hacia ti...

martes, 5 de abril de 2016

Tú, tú misma, tu hielo.

Qué sensaciones más extrañas. Se me encoge el cuerpo y me siento indefensa, casi capaz de echarme a llorar por cualquier cosa que ocurra; y de repente me vuelvo cínica, casi insoportable.
No, no dejes que esto te ocurra otra vez. Tú, tú misma, tu hielo.
Permitiré que el frío entre por las yemas de mis dedos y se cuele en mi interior para arropar a mis sentimientos cálidos y hacerlos dormir. Así, ni mis ojos serán tan fríos porque toda yo estaré helada, ni la luz tan cegadora como lo está siendo esta extraña mañana; así podré ver, podré sentir en silencio, podré fluir manipulando el camino de los fuegos y las corrientes cálidas que anticipan borrascas.

¿Es posible ser más acogido cuanto más frío se siente?
Deja que beba del gélido viento y seguiré siendo esa diosa, envuélveme con la suave luz que hay en sus ojos y no vetes que absorba de ellos su dorada magia. Ayúdame a no perderme demasiado surcando con la mirada sus finas líneas, no te percates de que la luz que irradia te impide ver sus sombras.

Rómpeme el corazón otra vez con esa verdad tan inocente: no estás hecha para amar, no me seas insolente.

lunes, 4 de abril de 2016

Yo ya he estado ahí, entre la brillante oscuridad de las nubes de tormenta.


Hace mucho, mucho tiempo fui un ave. No sé muy bien si era un pequeño pajarillo o un ave fuerte e imponente; lo único que recuerdo es que volaba, vivía del aire, del subeybaja de mis alas y de la fría sensación de las gotas de lluvia y nube entre las plumas.
Pero un día caí.
Tenía mucha hambre, pero quería seguir volando; desde ahí arriba se veía todo tan bonito, tan quieto, tan perfecto... Casi intocable. Pero, de repente, una fuerte ráfaga de viento que se asemejaba sobrenatural me empujó por delante un momento. Agité mis plumáceas extremidades con torpeza y en vano y empecé a dar volteretas en el aire mientras me sentía caer. Caía, cada vez más deprisa, y sentía el aire escurrirse. En un momento en la cara, en otro momento en la cola, al segundo siguiente empujando mis indefensas alas hacia el cielo.

Gracias a -ni yo, que he volado, sé muy bien a qué dar gracias; mi caída fue algo amortiguada por la copa de un árbol y sus ramas; aunque aún tuve que dar un par de volteretas más, con las primeras magulladuras añadidas, antes de impactar contra el suelo. Cuando me desperté sentía un dolor agudo en el costado.
Me había roto un ala. Jamás he vuelto a volar como solía hacer entonces.

Desde aquél día vivo en tierra; hay veces que se me olvida que tengo un pico cantarín que sirve para algo más que para comer gusanillos, que estoy recubierta de plumas; y que en otro tiempo las cosas fueron distintas y que, sin embargo, sobreviví a mi accidente. Innumerables cientos de veces he dudado ya sobre qué soy ahora: ¿sigo siendo un ave, ahora que no puedo volar? ¿Me habré convertido en ratoncillo, o acaso en tortuga? Quizá ahora parezca un animal menos elegante, quizá muchos de mis compañeros ya no me miren con los mismos ojos: ahora soy un pobre animalillo herido, tanto en su ala como en su orgullo. "¡Pobre ave, jamás volverá a volar!" parecen decir todos.

Pero hay días en que, mientras vago sin rumbo hacia ninguna parte, arrastrando por el suelo mi pobre ala rota, me encuentro algún riachuelo y me inclino para observarme; y veo mi pico, y mis ojos atentos, y mis plumas de aspecto suave y colores vivos. Entonces recuerdo que en algún momento fui un ave, un ave elegante, un ave de vuelo eterno al cual parecía imposible burlar con el viento.
Antes no tenía un único día favorito: todos eran maravillosos. Ahora, los días más bonitos son aquellos en los que algún saltamontes se me acerca, me mira y reconoce mi plumaje; y me anima a intentar volar de nuevo tras subir, con mucho esfuerzo, a la triste rama más baja de un árbol. Entonces me impulso, encojo mis patas y estiro mi única ala funcional; me esfuerzo por movilizar la otra pero llego al final de la ramita, salto en un intento desesperado de no caer y... Consigo revivir la sensación de flotar, soy casi capaz de percibir el aire cortándose a mi paso y acariciándome las alas como si se tratase del oleaje marino.

Pero caigo de nuevo, y me arrastro de nuevo por el suelo, aunque entonces me doy cuenta de que no es el hecho de volar, ni mi aspecto, lo que me hacen y hacían ser ave; sino todo aquello que un día vi, y que aún perdura en mi memoria.

domingo, 27 de marzo de 2016

Hay algo en tu forma de mirarme que me dice que estoy bien. Aunque por dentro tenga una tormenta, aunque me duelan hasta las pestañas si súbitamente se me ocurre recordar.
Es sedante, tranquilizante. El refugio y el calor tras el tsunami.
Siento sin querer tu abrazo firme y decidido a que ya no me escape jamás, y aunque al principio era reconfortante ahora supone un pacto que firmaría cada día un poco más.

Te lo dije:  "Si sólo te atrevieses a acariciarme... Si tan sólo probases a abrazarme. Si simplemente probases suerte con una mirada un poco melancólica o un beso sutil en la frente, sabes que me derrumbaría."

Y ya siento cómo poco a poco te adentras bajo mi piel y te expandes.

domingo, 13 de marzo de 2016

Bajo mi opacidad II.

Bajo mi opacidad, sí, o bajo una continua vestimenta.
Me gusta vestir de colores para transmitir mis emociones.
Visto de amarillo y blanco, o con cualquier vestido claro cuando me siento bien conmigo misma. Visto de rojo o rosa cuando tengo cierta intención de parecer seductora. Visto de azul bastante a menudo; me siento cómoda con el color del cielo y el mar.

Pero no sé qué me ha ocurrido. Parece que, últimamente, sobre vestidos, pantalones, blusas... Visto una camisa de fuerza que me hace aparentar más dureza de la que tengo dentro.

A tus ojos seré un muro de hierro, a tus ojos nunca jamás caeré ni dejaré caer una sóla de mis partículas, a tu vista pareceré inquebrantable, totalmente impenetrable y lejana, y si te fijas en mi con un poco de tiempo y calma me asemejaré incluso tenebrosa.
Sin embargo, para los ojos que no ven estoy hecha de esponja por dentro: soy blanda, soy sensible, y al mínimo roce me harás ceder. Filtraré y absorberé todos tus golpes aunque mi armadura los amortigüe, los esconderé para mi internidad y terminaré tragándomelos hasta expandir el inframundo que existe en mí.

Si sólo te atrevieses a acariciarme... Si tan sólo probases a abrazarme. Si simplemente probases suerte con una mirada un poco melancólica o un beso sutil en la frente, sabes que me derrumbaría. Incluso mis fragmentos más pequeños vibrarían con la onda expansiva de tu tacto y toda mi estructura, enrevesada y entrelazada, caería ante ti: serías cómplice de mí, abriría mis puertas férreas y, tras rasgarse mi camisa de fuerza, estallaría mi campo de debilidad.

Después, por más que te alejaras, una parte de ti se quedaría en mi, y tú te llevarías una buena parte de mi decimosexto big bang.

¿Querrías observarme? ¿Estarías dispuesto a probar y quedarte para siempre?

domingo, 6 de marzo de 2016

Me siento muy viva.

Na, na, na.
¡Qué bien me siento hoy!
Hay que ver lo que hace un buen descanso -al menos hasta el momento en que tienes pesadillas-, un poco de fusión jazz&blues y unos cuantos largos relajantes en la piscina.
¿Y sabes qué es lo mejor? ¡Que me da igual si, de esas tres, dos cosas me recuerdan terriblemente a ti! La vida sabrá lo que hace, y si quiere que te recuerde, te recordaré.
Y si quiere que esté sin ti, lo estaré.

Al fin y al cabo... Querer puede doler, pero es lo único que nos hace sentir vivos.
¡Y me siento viva!
Me siento muy viva.

sábado, 5 de marzo de 2016

¿Tú crees que te creería?

No te haces a la idea de la cantidad de veces que pienso en ti a lo largo del día.
Por más que intente distraerme siempre hay un momento en cada tarea que hago que termina dedicado a ti. Rara vez es la que mi distracción contigo dura un segundo, y no te imaginas la fuerza de voluntad que tengo que hacer para apartarte de mi mente si pasa de dos.

Qué incertidumbre, qué impotencia no saber nada de ti y tener que autoprohibirme buscar cualquier mera evidencia de que aún existes.


"Sin embargo, la otra noche soñé contigo. Soñé que me querías, pero no estabas preparado para volver junto a mi. Quizá en el fondo soñaba con mi fuerte deseo de verte y de que aquello fuese así, así como con mi profunda e intolerable necesidad de estar sin ti de momento. Intolerable, sí, porque no veas cómo me cuesta admitírmela: de momento tu falta y la nostalgia se siguen apoderando de mí.
En cualquier caso, soñé que me querías; y aunque quizá solo se tratase del método de escape de un fuerte deseo, lo que más me preocupa es que por dentro tengo esa certeza. Pero, ¿y si no es real? Hace tiempo me respondiste, me dijiste que no me querías. No pude creerte. ¿Y si fuese verdad? ¿Si fueses capaz de decírmelo a la cara, mirándome a los ojos, sería yo capaz de creérmelo?
Ojalá algún día me des esta respuesta, ¿soy demasiado ilusa, o lo que siento es cierto?".

miércoles, 2 de marzo de 2016

Y; sin embargo, y contra toda evidencia.

Voy a dirigirme a ti porque tengo muchas cosas que decirte, si es que quieren salir todas.

¿Sabes? Nunca pensé que esto fuese a hacérseme tan difícil. No sabía que el hecho de tener o no una fotografía colgada en la pared podía significar un cambio. En fin, también es posible que me obsesionase con la idea de que lo haría y por eso ahora te recuerde más. En cualquier caso, era necesario que lo hiciera.

De alguna manera, seguía sintiéndome protegida por ti. De alguna manera, seguía sintiéndote cerca y seguía creyendo en mis corazonadas. Siempre he sido un poco ilusa, un poco reacia a ver la realidad sin elucubrar sobre ella; y siempre que me las he dado de bruces me he vuelto a negar a renunciar a mis fantasías.

Estaba consiguiendo sentirme bien, apenas recordarte y, al hacerlo, que ello fuese únicamente con los momentos bonitos. Pero también en ocasiones me culpaba, me seguía sintiendo culpable por las cosas que dije sin que aquello pudiese depender de mi control. Y por eso decidí apartar todo aquello que me hacía sentir aún apegada a ti, a ver qué ocurría, y es curioso.

La verdad es que no sé muy bien cuándo, pero hace poco me di cuenta de que ese sentimiento de cercanía a ti sin que en realidad estuvieras me aprisionaba sin ningún motivo aparente. Sé de sobra que todo lo que pasó escapaba a mi control, era demasiado grande para estar en mis manos; supongo que tengo excusa si por una puñetera vez en la vida hago algo sin pensar, supongo que es excusa suficiente el hecho de no poder pensar por culpa del cansancio y los sentimientos acumulados. Supongo que en el fondo lo que mi interior me decía no me estaba engañando: me sentí sola. Me sentí incomprendida cuando más necesitaba un apoyo, tu apoyo.

Ahora, no sé por qué, siento mucho enfado. Siento enfado conmigo misma por no haber sabido estar bien, por no haber sabido equilibrarme a mí misma con alguien más por enésima vez en la historia de mi vida. Siento enfado por tu huída, siento enfado porque no me hayas preguntado ni un mísero qué tal. Siento decepción y a la vez sigo sintiendo culpa por lo que siento, porque, como la imbécil de siempre que soy, sigo pensando que en el fondo tu intención no es dejarme sola así.

Es que; sin embargo y contra toda evidencia, algo en mí me impide creer lo contrario. No sé si es porque me duele demasiado pensar que realmente eres así, o que me odias; no sé si es porque directamente no soy capaz de concebir la idea porque estoy obcecada en que todo tiene que terminar saliendo bien.
No lo sé.
Sólo sé que, si sigo pensando tan bien de todo, acabaré desilusionada.
Y sé que, si procuro odiarte o enfadarme contigo, será un engaño.

Definitivamente, no te culpo por huir, pero no me merecía tanta indiferencia.
No puedo sentir odio, ni puedo sentir optimismo al acordarme de ti porque aún implicas mi presente. Ojalá el día en que te sienta verdaderamente lejos de mí, ojalá el día en que recupere el cachito de mí que se quedó contigo tú también lo hagas y recuerdes de dónde procedía. Y ojalá algún día me expliques por qué ahora te muestras tan indiferente, como si nunca te hubiera importado, por qué tan despreocupado; y pueda perdonártelo.

Pero, ahora mismo, sólo puedo estar decepcionada.


sábado, 27 de febrero de 2016

¡Cuánto me echaba de menos! Estoy reencontrándome poco a poco.

Vuelve a gustarme la lluvia, recupero de nuevo mi paciencia. Me apasiona hacer cosas, vuelvo a escribir, vuelvo a ver magia, vuelvo a fijarme en los detalles.
He vuelto a tener la sensación de estar volando sin alas.
La música vuelve a mis oídos, los pájaros cantan, vuelvo a ver las señales.
Estoy volviendo a ser yo.

domingo, 21 de febrero de 2016

Ya suena a primavera.

El otro día me di cuenta de que los pájaros de mi ventana habían empezado a cantar. El frío ha durado una semana, ahora hace sol y el cielo está despejado; hace dos días conseguí ver la luna.

Ya luce la primavera fuera de mí.

¿Por qué mi interior no trina a la vez que mi alrededor?

Sigo echándote de menos. (¿A ti, o a la parte de mí que se quedó contigo?)

martes, 2 de febrero de 2016

Salvarme.


Ni salvarte, ni salvarnos.
Sólo salvarme.

Me he dado cuenta de que, en éste mundo, la única persona que puede salvar a uno de sus males es uno mismo.
Así es, por el mero hecho de que nadie es ni ha de ser dueño de los actos de otra persona. Podemos servirnos de su consejo, de su opinión más objetiva o subjetiva, o de su guía, en cierto modo y hasta cierto punto; pero jamás, jamás, jamás debemos decidir nada en base a otro pensamiento que no sea el nuestro.

Al fin y al cabo, la única persona imprescindible de tu vida eres tú mismo.

De todos modos, empiezo a pensar que no sirve de nada salvarse. "¿Salvarse de qué?", me pregunto yo.

¿Salvarte de la guerra? ¿Del hambre? ¿De la soledad?
¿Salvarte de las muchas condiciones sociales? ¿Salvarte del Estado, salvarte de toda subyugación cultural?
¿Para qué? ¿Para ser un salvaje en el poco bosque que aún queda?

Admito, sí, que muchas de las cosas que ha hecho el hombre -y me refiero al hombre como la humanidad en general- han ido destinadas a dos únicos fines, que aun así no dejan de ser conjuntos: El poder y la autodestrucción.
Admito, también, que el poder no deja de llamar la atención de cualquiera: ¿Qué harías si pudieras controlar el mundo? Se trataría de una casa de muñecas gigante, o un bloque interminable de lego.
Claro, por otro lado se encuentra la autodestrucción; pero esa preferimos ignorarla. Por supuesto, ya se crearán avances técnicos que impidan a los rayos nocivos del sol llegar directamente a la tierra; por supuesto, aparecerán nuevas tecnologías que nos salven de las altas temperaturas, del crecimiento de las mareas, de la extinción animal. No se preocupen, no pasará nada.

Viéndolo así, todo esto y sus consecuencias y causas -sí, todo a la vez, porque el ansia de poder y sus destructivas maneras se convierte en un bucle- se pintan de forma muy bonita para cualquiera. Por eso se crean máquinas, robots controlables, androides inteligentes. No se busca gente: ni gente que ansíe poder, ni gente que piense por si misma; y no se busca dinero, ni comida, ni joyas; se busca poder. Se busca la oportunidad de crear el mundo. Se busca una pequeña condición de Dios, dejar una huella en la historia, llegar más allá en un único ámbito: el del ser humano.

Por supuesto, admito, sí, que se trate de un objetivo muy lícito.
Lo ilícito son las maneras.

Buscamos salvarnos como raza -debe ser que tenemos el orgullo muy hundido aún desde que descubrimos que no éramos más que un suceso científico formando parte de un todo enteramente superior a nuestro entendimiento- y lo único que aportamos al mundo es más autodestrucción, cada vez de forma más masiva.
No es por ser pesimista; al fin y al cabo, yo también me creo esos cuentos de tecnologías avanzadas y de crisis que terminan para dar paso a nuevas épocas. Sin embargo, ¿qué crisis anterior se ha visto en la cual el sol fuese un problema?

Creo que estamos firmando, día tras día, nuestra propia sentencia de muerte.
Creo que nos preocupamos demasiado por salvar el mundo de un ataque natural que se anuncia cada vez con más premisas; cuando la única manera de hacerlo es permitirle deshacerse de nosotros.

No nos pareció suficiente con ser unos seres extraordinarios capaces de visualizar un mundo más allá, un mundo imaginario; y hacerlo palpable. No nos parece suficiente con haber sido dotados de la capacidad de entendimiento y disfrute que tenemos, porque así es: nos ha sido dado, no lo tenemos porque nosotros lo hayamos merecido o desarrollado anteriormente. Éso es sólo lo que queremos creer.
Buscamos vida en otros planetas, sin éxito. Buscamos algo parecido a nosotros fuera de aquí: algo tangible, algo que realmente confirme que somos enanos, aunque nos creamos gigantes.

Pues bien: yo creo que hay ciertas partes del mundo que son inexplorables. Al igual que la mente humana, el universo ha de tener cierta parte tangible y cierta parte censurada: el subconsciente de una divinidad mayor, todo aquello que ese Todo, en consecuencia, decide, y todo aquello que jamás nos contará a menos que vivamos para verlo y, obviamente, sufrirlo.
Me parece que no es cuestión nuestra averiguar si somos o no insignificantes: la propia ciencia observa, día tras día, que existen indicios de vida en otros lugares; pero nunca tan desarrollada como la nuestra, la cual subyace en un componente no meramente científico ni únicamente sujeto a leyes naturales.

Por mi parte, creo que somos tan grandes como pequeños.
A veces me paro a pensar en cuánta gente, en este mismo momento, puede estar pensando lo mismo que yo. En cuánta gente, en este mismo momento, estarán escribiendo algo similar. En cuánta gente, ahora mismo, puede estar soñando; cuánta debe estar despierta y cuántos diciendo la palabra "hipopotomonstrosesquipedaliofobia". ¿Cuánta gente podría estar llorando? ¿Cuánta gente acabará de enamorarse? ¿Cuántos estarán teniendo sexo? ¿Cuántos serán felices, y cuántos se sentirán desdichados? ¿Cuántos estarán viendo amanecer, y cuántos estarán mirando hacia la luna? Y me siento tan pequeña, pero a la vez tan grande por formar parte de todos ellos: por formar parte de la humanidad.

No creo que nos haga falta ir mucho más lejos. Hemos descubierto lo que queríamos saber: somos seres únicos. No es necesario ya ser incansables en nuestra búsqueda y destrozar el mundo por ella; porque, así, lo único que estaremos haciendo será extinguirnos.

No quepa duda de que el mundo seguirá existiendo cuando no vivamos. No quepa duda de que jamás volverá a crear a otra criatura tan poco humana como el ser humano.


Yo me preocuparé de mí. De salvarme, a mí, de la gran ignorancia. Si con ello te convenzo, te habré demostrado lo grande -y pequeña- que soy.



sábado, 30 de enero de 2016

Ser un Yo sin Tú no es estar bien.


¡Qué estúpido se me hace todo esto! Cuánto te echo de menos.

No puedo negar que me haya venido bien; me había perdido un poco. Ahora estoy en mi camino de nuevo, aún un poco metida en el carril derecho; pero sé que reaparecerás para llevarme por el centro.

Qué absurdo se me hace todo esto. El sinsentido de saber que no estás del todo bien, de saber que lo que te pedí que me dijeras es mentira, de saber que todo esto lo haces por mí, en el fondo, y tener la certeza de que el tiempo no haga más que alejarte día tras día; y aun así no poder hacer nada más que esperar. Esperar por ti, con mi vestido de princesa y mi expresión más triste, sentada en cualquier rincón de la ciudad y muerta de frío. Esperarte.
Y así te esperaría toda la vida si hubiese de ser así por tenerte conmigo al final de ella; pero ya que todo es tan incierto; por dios, ven y rompe mi espera, me eterniza y envejece cada segundo que paso sin ti. (Y por más que lo niegues, sé que para ti también es todo así...)

Oh, por favor. No hagas tanto por mí y date el lujo de recordarme y expresarme tus miedos; sé que en realidad lo necesitas. Y yo lo deseo con todas mis fuerzas.
Siento tu tristeza, no sé cómo, pero me la transmites, y siento tu soledad porque también se trata de la mía; aunque sé que tú estás más tranquilo pensando que yo estaré bien.
Pero no, no estoy bien. Estoy mejor, sólo eso: más contenta conmigo, más entretenida, soy más yo.
Pero soy un Yo sin Tú, y, en mi condición de enamorada perdida, eso... Eso no es estar bien.

Quédate conmigo. Me decías que lo harías.
Quédate conmigo.
Qué
da
te...


martes, 26 de enero de 2016

Still loving you.- Once again.


Buenas noches, lágrimas. Volvemos a vernos, otra vez por lo mismo, otra vez en este lugar.
Aunque sé que ésta vez será aún peor que la anterior.
¿Quizá por el sinsentido que esta situación supone? ¿Quizá por la decepción que todos piensan que debería sentir y que ni yo sé siquiera si siento? ¿Quizá por lo bajo que caí intentando salvarnos a ambos?
Recuperarme de esta caída no será nada fácil. Saldré demacrada, maquillada, fuera de mí; con las cuencas de los ojos vacías y las pupilas dilatadas; los iris verde pistacho y finos como la circunferencia lunar; el pelo enmarañado, estropeado y mugriento; y la sonrisa triste destrozada como nunca hubo cual. Con las lágrimas congeladas como témpanos de cristal.
Y, por supuesto, no volveré a creer en el amor.
O quizá sólo pierda la creencia en mí misma.

¿Por qué se hace tan duro? Desde pequeña he podido observar su fuerza; la unión que creaba, la belleza, el cariño, el apoyo mutuo: una hermosa novela. Y, sin embargo, en mi historia amorosa no hay más que fábulas, cuentos ejemplarios en los que yo soy la liebre, el malparado; cuentos de los que yo no sé interpretar la moraleja.
Contadme qué está pasando. Qué hago mal, de qué no me fío y de qué me fío de más; contadme si el problema soy yo o los demás, que alguien me diga si estoy condenada a olvidar todas estas experiencias y a dejarlas atrás argumentando que no fueron más que tiempo perdido.
Lo triste es que, por más que me lo digáis, me negaré a creerlo.

A veces es mejor una bonita mentira que una triste verdad.

Me das promesas, me das besos, me das cariño, me adiestras como si yo fuese el zorro y tú el principito, y en el momento en que más te necesito te vas. Huyes, te alejas de mí; no sé si vas a por tu rosa, si quieres explorar otros planetas en que yo no puedo vivir... 
Pero yo siento que te he gruñido. Que he sido infiel a tu domesticación, que me he impuesto, que te ha dolido. Que me has quitado el collar y, ante mis ojos de cachorro, me has abandonado.
Te has ido caminando. Y, por más que yo gimiera, no has vuelto la vista atrás.

¿Quién declaró la guerra a quién? Yo ya no lo distingo, pero percibo con gran facilidad las puntas de las lanzas clavándose en mi pecho y en mi garganta, obligándome a llorar desde el corazón y a iniciar la retirada.
Pero sigo resistiendo. Sigo creyéndome inmune. Sigo pensando que aún nos queda un pacto de paz posible: ya hemos sufrido la distancia. Ahora nos queda, de nuevo, el tiempo.

Me niego a creer que esté siendo derrotada, te echo tanto de menos...

A veces siento mucho calor. Otras veces, mucho frío. Es un constante cambio, un constante desequilibrio; me faltan el abrigo de tu abrazo y el frescor de tu caricia en mi costado. Me asfixia el recuerdo del primer beso: tan dulce, tan tímido, tan suave. 
Echo de menos tu suavidad. Tu serenidad. La paz que transmitía tu cuerpo y los nervios que tu leve temblor delataba.

Pero ahora estamos en guerra. Ahora el interior calla de intranquilidad y el exterior se ofrece libremente a su merced: una partida de ajedrez en la que el tablero se alarga y se divide y se rompe, y nadie mueve sus piezas pero todas ellas caen.

Vuelve conmigo. Es lo único que te pido.

sábado, 23 de enero de 2016

I was feeling insecure... You might not love me anymore.


John Lennon - Jealous guy.

I was dreaming of the past,
and my heart was beating fast.
I begin to lose control.
I begin to lose control...

I didn't mean to hurt you...
I'm sorry that I made you cry.
I didn't want to hurt you...
I'm just a jealous guy.

I was feeling insecure,
you might not love me anymore.
I was shivering inside,
I was shivering inside...

I didn't mean to hurt you...
I'm sorry that I made you cry.
I didn't want to hurt you...
I'm just a jealous guy.

viernes, 22 de enero de 2016

Sé mi hogar.

Te quiero. Te quiero tanto...
No sé por qué me da por estar tan ciega a veces; no sé por qué temo de la realidad cuando sé que cualquier fantasía que me enseñes será preciosa y fácilmente tangible. No sé de qué huyo, quizá del dolor; pero tanto correr y huír me ha vuelto escurridiza y ahora es éso lo único que me duele.
Haberme zafado de tu abrazo. De tu abrigo. Y de tu amor.
Y, además, tan bruscamente. Con mentiras que quería creerme para que fuese más fácil iniciar la retirada.
Pero he cometido el mejor error de mi vida: he vuelto la vista, y te he visto ahí plantado, con los ojos vacíos mirando al horizonte. Ausente. Tan cerca y tan lejos de mí.

Me he descarriado, como una oveja, del rebaño; y ahora troto confusa buscando el camino de vuelta hacia ti. Porque no, no me merece la pena perderte por nada del mundo.

Te echo de menos.

Una caja de recuerdos   
y fiestas de guardar...
Media vida en cada intento,
y la otra media en pinzas de metal...
Ya es un clásico
seguir la zanahoria con tu aliento aquí detrás.

Un desorden milimétrico
me acerca hasta el lugar,
lleva a cabo mi propósito
de ser cuchillo y presa a la par...
No es tan trágico
jugar con la distancia y heredar su soledad.

Cuarteles de invierno,
rompiendo su silencio;
muñecas de hielo
testigos de este encierro.
Fue tan largo el duelo que, al final,
casi lo confundo con mi hogar.

Botiquines para amnésicos,
leyendas de ultramar...
Soldaditos presoviéticos,
sellé mi guerra y paz particular.
Hay un misterio
de mapas que no llevan al tesoro 
ni a epicentros
a punto de estallar:
son las leyes de la física,
y el tiempo no se pone en mi lugar.
Ya es un clásico:
perdí el salvoconducto y ahora espero al emisario,
que nunca llegará.

Cuarteles de invierno,
rompiendo su silencio;
muñecas de hielo,
testigos de este encierro.
Fue tan largo el duelo que, al final,
casi lo confundo con mi hogar.

Por mucho
que vuelvo,
no encuentro mis recuerdos.
Los busco,
los sueño,
lo propio ya es ajeno.
Cayeron
los bordes,
y el vaso ya está lleno. 
Y ahora solo intento vaciar,
sólo necesito despegar.

Fue tal largo el duelo que, al final,
casi lo confundo con mi hogar.

Ojalá no me confunda y tus brazos sean para siempre mi hogar, mi despegue, mi silencio, mi cuartel y mi libertad; cuchillo y presa de mí a la par.
Aunque las leyes de la física, el tiempo y la distancia no se pongan en nuestro lugar.