Cómo me gustas.
Me muero cuando me nombras. Cada día que pasa vivo alimentada de ti. De tus palabras, de tu pensamiento, del aire de tu respiración que con suerte llega aquí.
De tu polifaceta, tan pronto tímida y recatada como sexy y abrumadora; de tus enfados, de tus risas, de tu tú para mi.
Qué banquete. Qué manjar.
A mis ojos les atraes, te buscan como locos por el menú. Observan tus detalles, tus decoros en chocolate negro, las pequeñas pintas de nata que se encuentran esparcidas por tu superficie. Y tu lisa textura. Pareces ser de aire. Pareces deshacerte en la boca.
Me llega un aroma dulzón y fresco, es el aroma de ti. Expulsas humo vaporoso y caliente, te enfrías lentamente, se me hace la boca agua.
Y si te doy un mordisco... Te escucho romperte en mi, como mil burbujas explotando... A mi lengua le gusta tu tacto. Mi paladar te retiene. Tu licor se expande. Suspiro en el acto.
Una cucharada más de ti, por favor.
Eres delicioso a mi vista.
Eres delicioso a mi olor.
Eres delicioso a mi gusto.
Delicioso a mi tacto.
¿Cómo puedes gustarme tanto?