Luces. Sombras. Vacíos. Sonidos. Todo se confunde ahora. Todo se confronta aquí.
Es un fotograma armonioso, una escena serena, un contraluz desesperado y algo más. Una galería de espejos. Es un reverso y a la vez la imagen, el plano equivocado en una realidad adversa, el infiltrado que no se percata de su equivocada existencia, y cuya presencia altera la de un alma más. Una luz que no brilla, una luminiscencia lúgubre, seca, ahogada, enfermiza.
Es un Rojo de alerta, un estridente alarido, el subconsciente herido por la daga de su inercia.
Todos salimos corriendo. Después, lo amado me astilla. No veo más alla de mi futuro inmediato, todo está cubierto por niebla; si acaso veo algo, eso es la luz de esta alerta.
Cuando los espejos giran con mis dedos en su límite, los fantasmas se disipan y dan paso a los títeres: polvorientos, malheridos, congelados e inertes; se clavan en mis oídos, sus dientes, mi frente.
La alarma persistiendo en su chirriante escalofrío dispara en un segundo el Big Bang de mis teorías, objetos volantes flotando sin sentido y un hueso de papel ardiendo en trizas.
Mentías, mente mía: este agonizante rojo en vez de sangre fría...
Aún me sigo preguntando de dónde sale todo.
martes, 21 de abril de 2015
Alerta.
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