Aún me sigo preguntando de dónde sale todo.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Cambio de rumbo.


Han vuelto las señales. Las canciones de la nada en la cabeza, los sueños abarrotados de cosas y los pensamientos salvadores, y ha vuelto ese sentimiento junto a mis ganas de huír. De nuevo el corazón oprimido, de nuevo temo mi voz y no sé qué decir.
Vuelvo a mis revelaciones. De vuelta a las antiguas canciones.
Dónde estaba, no lo sabía ni yo. Me posicionaba pero no me encontraba ahí, así que he salido a buscarme al único lugar donde sé que verdaderamente estoy.
Hoy he vuelto al prado.
Y me he dado cuenta de que tiene razón.
Ya no soy yo. Me he desviado del camino tantas veces desde la última vez que ha llegado un punto en el que me he salido del mapa conocido. Todo alrededor era nuevo. ¿Y pretendía conocerlo? He comenzado a seguir los mismos patrones que hace tiempo, hasta que he descubierto que ya no perseguía nada. Ahora no tengo rumbo y sólo busco adaptarme.
Pero quiero volver. No quiero que éste lugar se convierta en mi hogar sólo porque no he sabido salir de él.
No inviertas en aquello que no va a definirte, Marina. No inviertas en aquello por lo que no tengas por qué invertir.

Patience - Take that

Dame tiempo (para perder la cuenta de los segundos)


Últimamente no tengo absolutamente nada claro.
Todo se me ha desmoronado y las piezas han adquirido una forma irregular, desproporcionada, difícil de analizar y a veces, incluso, imposible de percibir. Todas ellas, mis mil cosas, se amontonan como ladrillos que van construyendo poco a poco un pozo a mi alrededor, un pozo de agonía que sólo podrá ser utilizado por ángeles, porque empieza en el suelo y va camino de terminar donde no alcanza mi vista.
Tengo que empezar a destruir algunos de mis fantasmas y a devolverles la constitución humana a otros. Si no, todos ellos acabarán conmigo.
El tic-tac del reloj de mi muñeca se encuentra demasiado cerca de mi pulso. Se está metiendo en mis venas. Está marcando el ritmo de la circulación de mi sangre, y si éste se desvía un poco y pierde su compás, mi reloj se alertará por haber perdido un segundo, me quemará la piel y en la queja perderé otro más. Menudo círculo vicioso. Me siento acorralada.
Necesito cambiar o perder el ritmo. Necesito vivir a impulsos.
Parece que todo el mundo espere algo más de mí. Unos quieren que sea excepcional, otros me piden sensibilidad, hay quienes quieren mi atención y todos necesitan de mi tiempo. Y tiempo es lo único que busco yo.
Ni siquiera soy capaz de distinguir si estoy cediendo a todo y dando mi tiempo o más bien haciendo todo por mí. Necesito borrarme y comenzar a dibujar de nuevo.

¿Soy más yo que otros? ¿Soy más de ellos que de mí? Lo único que tengo claro es que yo no soy así.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Hoy niebla.

Es tiempo de niebla. Niebla fuera, niebla dentro, niebla en el televisor, niebla en los ojos, niebla en las bombillas.
Es tiempo de amarte, tiempo de que me faltes, y tiempo de niebla en el corazón.
Tiempo melancólico, tiempo frío y triste, tiempo de niebla y desazón.
Tiempo de guerras, tiempo de dolor, tiempo de compasión, de niebla en el suelo.
Y aún tiempo de búsqueda, tiempo de consuelo, tiempo de no tener tiempo, tengo hasta niebla en el reloj.

sábado, 24 de octubre de 2015

Delicat(essen)

Cómo me gustas.

Me muero cuando me nombras. Cada día que pasa vivo alimentada de ti. De tus palabras, de tu pensamiento, del aire de tu respiración que con suerte llega aquí.
De tu polifaceta, tan pronto tímida y recatada como sexy y abrumadora; de tus enfados, de tus risas, de tu tú para mi.
Qué banquete. Qué manjar.

A mis ojos les atraes, te buscan como locos por el menú. Observan tus detalles, tus decoros en chocolate negro, las pequeñas pintas de nata que se encuentran esparcidas por tu superficie. Y tu lisa textura. Pareces ser de aire. Pareces deshacerte en la boca.

Me llega un aroma dulzón y fresco, es el aroma de ti. Expulsas humo vaporoso y caliente, te enfrías lentamente, se me hace la boca agua.

Y si te doy un mordisco... Te escucho romperte en mi, como mil burbujas explotando... A mi lengua le gusta tu tacto. Mi paladar te retiene. Tu licor se expande. Suspiro en el acto.

Una cucharada más de ti, por favor.

Eres delicioso a mi vista.
Eres delicioso a mi olor.
Eres delicioso a mi gusto.
Delicioso a mi tacto.

¿Cómo puedes gustarme tanto?

domingo, 18 de octubre de 2015

V = dr/dt

La velocidad implica tiempo; sin embargo el tiempo no supone ningún tipo de velocidad.
Qué gran contradicción es desear que llegue un momento puntual de todo el tiempo que nos queda, y a la vez querer sentir la delicadeza de los segundos, de los días, escurrírsenos entre los dedos. Qué doloroso es imaginar algo que aún no puede ser y no sabes si será, y qué triste sería volverse inerte, frenar los hechos y mover el tiempo para hacerlo suceder sin que después exista retorno.
¿Qué ocurriría si pudiese tener lo que deseo ahora mismo sin arriesgar nada? ¿Sin colas, sin esperas, sin demasiadas expectaciones?
A lo mejor sería feliz por un momento. ¿Y después qué?

Creo que el tiempo está hecho para aprender. Para que no pensemos demasiado pero no dejemos de pensar en aquello que deseamos, y nos dediquemos a disfrutar de lo que tenemos. Para sentir la emoción del paracaidista que se lanza. Para flotar en el aire, en un lugar intermedio entre el cielo y el suelo que, ni deja de ser aire, ni deja de ser polvo.
Creo que existen espacios temporales donde la velocidad no existe, sólo el lugar y el instante relativo: un después o un antes. O ambos.
Después volvemos -porque antes ya lo estábamos- a estar suspensos.

Volvemos sólo a flotar.

Los infinitos segundos de espera nos confieren algo inmortal.

Do not...

Cornfield Chase - Hans Zimmer

La lluvia me hace imaginar que vienes a acurrucarte conmigo. Que se detiene todo menos el agua y tus latidos en mi espalda bajo la manta. Me hace desear, aún más fuerte, tenerte a mi lado y no hacer nada. Sólo abrazarte y mirarte. Sólo hablarte. Escucharte. Y besarte.
Me gusta estar donde estoy ahora y me gusta el lento paso del tiempo. Pero a veces... A veces me sorprendo imaginándome contigo paseando por Madrid, despertando juntos en una habitación clara con una gran ventana por la que entre mucha luz, Saliendo a cenar una noche de viernes, bien vestidos, y riéndonos como bobos tras tomar unas copas. O caminando por un piso, semidesnudos y con camisas de cuadros, haciéndonos fotos y rozando nuestra piel. Y no sabes cómo lo deseo.
Cómo deseo estar contigo.
Con el tranquilo susurro de la lluvia y tu compañía como banda sonora.
Con los besos que me das y me da tu música.


...go gentle into that good night.


lunes, 5 de octubre de 2015

Mi guerra y paz particular.

5 días. Qué cuenta atrás más larga para verte. Qué impaciente espera.

¿Y quién me lo iba a decir, si no era yo misma?

viernes, 25 de septiembre de 2015

Ingeniero de mí.

¡Hola, mundo de creadores! Quisiera hablar con el ingeniero de mí.

Pienso que quien me ideó no lo hizo mal, francamente. No se olvidó de ningún sentido, no cometió fallos al montarme ni perdió las piezas más pequeñas, supo dotarme de un brillo alegre en los ojos y una sonrisa, y como firma añadió un lunar. No creo que fuese el mejor creador del mundo, ni mucho menos que fuera obediente: los cánones de belleza se los tomó un poco de su mano. No me esculpió con porcelana, no encontró esmeraldas para mis iris ni pudo permitirse el oro para mi cabello, pero pudo darme un toque personal, supo concederme la magia de pinocho y consiguió que saliese sincera. Me puso una cabeza bastante amueblada y una conciencia endiabladamente parlanchina, y me hinchó con sentimientos como si de un globo me tratase: "un poquito de empatía por aquí, algo de celos por allá, ahora una pizca de amor... ¡No, eso es demasiado, podría explotar!..., y un poquito de tristeza, para compensar". Desde luego, he de estarle agradecida.

Pero yo venía a plantearle cierta duda que me ha surgido. Usted coloca sus figuras en función de las dotes que les haya dado, pude verlo allá, en una de sus estanterías: un corrillo de figuritas juguetonas allí, una fila de figuritas serias y firmes a su izquierda, y en la balda de abajo un guirigáy de figuritas alegres... Pero existe un caracter común para todas ellas, ¿no es así? ¿Acaso no todas aman sus pequeñas agrupaciones, acaso no las perciben como un hogar?

Verá, señor ingeniero de mí, yo no puedo observarme a mi misma y por tanto no puedo saber si pertenezco a alguna de esas agrupaciones. Sólo sé que junto a mí no hay figuritas similares y que a veces me apetece volar. ¿Dónde me colocó usted, señor? ¿Cuál es mi lugar entonces?

Hay personas que sólo encajan plenamente en sí mismas.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Matices I: Recuerdos.

Cómo pasa el tiempo.
Aún puedo verme en el ayer de mi mente: pelo liso, morena, ojos marrones en invierno.
No he cambiado tanto...

Aún puedo verme sentada a la mesa, cortando una cartulina para que la gente de la calle arrancase papelitos con corazones por el día de San Valentín. Me recuerdo tumbada en el suelo, dibujando un futuro cuadro de mi habitación -el cual ha pasado ya a mejor vida-. Puedo revivir esa primera versión de mi mundo interior sólo escuchando una canción de Cali & El Dandee, y enmarcar mi visión del mundo exterior sólo combinando un par de prendas de ropa -que ya estarán desperdigadas por ahí-.
Puedo incluso, gracias a fotos de tuenti con textos de lo más cursi, reencontrarme en un momento con todos mis vínculos; por entonces decía que tenía 16 mejores amigos. No tengo ni la más remota idea del paradero de la mayoría; otros permanecen cerca, pero de otra forma ciertamente más lejana; y con suerte, con un par de ellos -si llega- supe juzgar bien.

Me resulta asombroso cómo aplica el tiempo su magia. Por más que huyas de él, si te despistas se te colará dentro: por tu boca al respirar, por tus oídos al escuchar al viento rugir.
Me gusta comparar las dos imágenes en la caja de cereales: la misma escena, la misma época del año, la misma niña con un par de centímetros más. Y a su alrededor, y por dentro, todo es diferente.

Recuerdo aquél año como el principio de mi vida: descubrir, conocer, inventar, sentir. Sobre todo sentir. Sentir deseo.
Aún puedo revivir el momento al verle, el antes y el después de la calma que mis nervios esperaban y que los volvía a dejar con hambre. Todavía me afectan como puñales sus palabras dichas hace tanto, ya perdidas entre ecos, ante las que yo no sabía qué decir por inexperiencia.
Pero lo que más vívido se hace en mi mente son las ganas que tenía de que él me besase.
Jamás hubiese tenido yo la iniciativa; y de hecho, jamás la tuve. Pero sí tuve un sueño, siempre el mismo, mientras le observaba despierta.

¿A quién se le ocurrió la remota idea de que yo y yo fúesemos la misma?

Hoy día, me cuesta recordar la última vez que sentí algo así. Mi mente analítica tiende a considerar que, con el tiempo, perdemos sensaciones y ganamos experiencias; y no estoy del todo segura de si eso termina de merecer la pena. Porque echo de menos mi inocencia, y aunque me copiase y pegase en la mí misma de antes, ya estaría fuera de contexto.

Hoy día, me cuesta recordar la última vez que sentí algo así. Quizá ese pequeño matiz de la pasada inseguridad sea lo que lo haga parecer más mágico de lo que lo han sido los demás. Quizá su eternidad consista en ser recuerdo... Aunque eso también me complace.

(Eres único en mí)

martes, 1 de septiembre de 2015

[N] (SPOILER) Preludio al des enlace.


Estoy enamorada. Y tanto como amo sufro. Y no creo que sea una ocasión fácilmente repetible.
Separo los días en dos: aquéllos en los que el dolor se frena con una cápsula de amor, y aquéllos en los que el dolor es tan fuerte que amortigua sus efectos. Y en esos días -que suelen ser oscuros como la noche-, me encuentro deseando con todas mis fuerzas terminar de una vez con todo el amor del mundo, quedarme sin provisiones para acallar el agonizante susurro de mi interior al explotar.
Y es que jamás te imaginarías un dolor tan agudo, ni un amor tan espléndido.

Sin embargo, ya no se compensan entre los dos. En el lado del dolor se une al juego también perderte.
Y aún así, sigo dudando.

¿Y si en el fondo tengo miedo? Miedo de perderte, pero también de perder lo que siento. ¿Y si no se repite una ocasión cómo esta? En la que disfruto con las partículas de aire que rebotan contra tu piel.

¿Seremos capaces de salir por este agujero? ¿Me recordarás después? ¿Seguirás conmigo buscando la salida del laboratorio? No creo que los ratones sean leales, pero nosotros no somos ratones.
Aunque, por si acaso, no quiero tener que superarte sin ti.

Siempre creí en el amor. Y ahora sé que existe.
Es sólo que no pensé que tendría que abandonarlo.

lunes, 17 de agosto de 2015

[N] A nudos.


[Desde With or without you]
... Existe un lugar más aparte de juntos y separados. Aquél lugar donde yacen los instantes, el lugar donde nos desconcertamos, donde podemos retroceder o avanzar sin remedio. El lugar donde disfrutamos, eso lo tengo claro.

¿Pero de dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Venimos del juntos y terminaremos separados? ...
-------

El amor dirá. Él sabrá a dónde nos dirigimos, y dónde hemos estado.

Bueno, el amor lo dirá... si considero que merece la pena dejarle decidir.

A:J.S.
Y:I.

domingo, 16 de agosto de 2015

[N] Planteamientos.

¿Puedo manipular el amor?

Es bonito. Es bonito vivir por dentro en un mundo de dos, es hermosa la duda, es precioso el dolor. Es una incesante inyección de ilusión, sobre todo contigo, y a la vez que pierdo esperanzas voy ganando motivos. Voy enamorándome, después (quizá) obsesionándome más. Ya ni sé qué siento más. Aprendí a creer que desaparecerías, pero sigues aquí calado, rompiéndome venas por dentro y llenándolas de ti; y de nada me sirven mis teorías aunque las haya aprobado, porque la razón es el pasado y está ya comprobado que siempre te diré que sí.

Quizá haya llegado el momento de planteármelo de verdad. Siempre he dicho que el amor es humano, siempre he dicho que debemos aferrarnos a él. Y cuanto más fuerte te agarras, más lejos estás de perderlo, sin embargo duele más. ¿Es posible llegar a sentir el deber de asfixiarlo? ¿No está eso considerado asesinato?

Quizá llegando a ese punto haya dejado de ser sano, se haya convertido en obsesión, me haya agarrado demasiado.

jueves, 13 de agosto de 2015

Recuérdame cómo era.

Nunca permitas que nadie dependa de ti.

Querido Gontz.

Han pasado muchas cosas. No me andaré con pérdidas de tiempo innecesarias: es tarde, estoy cansada; quizá no debí forzar tu existencia si aún no estaba preparada para confiarte mis pensamientos. Pero en fin, una disculpa ahora no sirve de nada, porque sea como sea ahora te estoy escribiendo, lo que indica que sigues ahí, que para mí fue importante crearte en algún momento que ya no recuerdo. Y ahora te hago renacer, o ver la luz por primera vez. Y no te haré perder más tiempo: He aprendido muchas cosas. Creo que por primera vez siento que tengo suficientes respuestas como para atreverme a revelártelas.

He descubierto la importancia de la comunicación. Cómo varía un mismo hecho contado con unas palabras o con otras, y cómo el lenguaje abre una puerta entre el subconsciente de uno y la vida consciente, entre las cosas que sabemos y las cosas de las que nos damos cuenta. Apenas se me ocurre una mejor terapia: escribir, escribir y escribir, para además poder recurrir a tus pensamientos de nuevo cuando quieras, para poder medir el grado de verdad de las palabras en vez de soltarlas sin quererlo por un pico demasiado parlanchín.

Además, sé que la verdad es algo mucho más fácil de encontrar de lo que pensamos. Se encuentra enterrada en nuestras propias entrañas, se mantiene callada y tranquila cada vez que la hallamos sin necesidad de cavar. Pero en ocasiones nos encontramos delante un manjar más apetitoso, ya limpio, ya emplatado, que tienta y, si lo comemos, nos provoca una indigestión. En el fondo, mientras vacilamos entre uno u otro, más convencidos por la idea de ahorrarnos el mancharnos las manos, sentimos cómo un ser mucho más sabio hunde sus zarpas en la tierra húmeda, queriendo captar nuestra atención.

A día de hoy, conozco incluso la naturaleza de ese ser. Ese ser soy yo y todo lo que me han contado, junto a todo lo que he vivido y todo lo que sé, y ese ser también posee mi alma misteriosa, una sabiduría innata y una especie de intuición. Ésa es la yo de mi subconsciente, la yo que siente directamente sin que las cosas las procese mi mente, sin darle tiempo a engañar.

Ése es el ser, Gontz, el ser que te empieza a hablar.

sábado, 8 de agosto de 2015

T

Tengo dos sentimientos contradictorios. Tengo dos opciones.

Tengo miedo, también. Por ti, por mi y por todos mis compañeros.
Tengo canciones, poesías armoniosas; y tengo jaleos, nidos de pájaros de verdad.
Tengo un poco de frío, extraño tu compañía. Tengo pena, añoro tu cercanía y mi ingenuidad.
Tengo una noche y un día y cosas en mi cabeza que se mueven con facilidad,
tengo fantasía aunque no aguanto los cuentos y tengo demasiados sueños que contar.
Tengo polvo de estrellas y un frío invernal.
Tengo una torre de piedra que se va a derrumbar.
Tengo un beso escondido en una sábana sin lavar.

Tengo un secreto que no voy a revelar,
y también tengo una decisión importante que tomar.

viernes, 7 de agosto de 2015

Deja de buscarme los lunares -o hazlo para siempre-.

Entras, me ves semisentada en la silla, ajetreada y dispersa, con los ojos desubicados, la cabeza gacha y pensativa, inquieta, dibujando un mapa permanente en el cristal con una mano, colocando mi escritorio y mi pelo en un intento de ordenar mis ideas con la otra.

No me da tiempo, no tengo tiempo para levantar la vista hacia ti y marearme mientras naufrago en tus pulcros ojos, no puedo dedicar ni un sólo segundo a contártelo todo al sonreírte porque mi vista desembocaría en tus labios, buscando eternamente una respuesta sin tu voz.

Así que te haces ver con tu escondite, te mueves hacia las sombras que proyectan las paredes, te preparas con un suspiro como si ya conocieses el resto y te muerdes la boca por dentro, vas abriéndote paso hacia mi y avanzas tan lentamente rápido que cuando termino de levantar la vista te encuentras en frente de mí, pegado a mí pero aún sin tocarme, mi mesa está rota y el mapa borrado, los apuntes por el suelo, los pisapapeles aún más abajo.

Ya me has roto los esquemas otra vez.
De una manera distinta a la última.

... Cómo disfrutas llevándote todo por delante y poniéndome una sonrisa al final...

jueves, 6 de agosto de 2015

¡Curiosa coincidencia!


Mátame de indiferencia,
córtame la digestión y deváname los sesos,
búrlate en la indiscrección y, cuando vuelvas,
olvídate la (p)referencia y piérdete en tus besos.

miércoles, 5 de agosto de 2015

With or without you.

¿Por qué en estos casos me viene a la cabeza siempre la misma canción? No sé si tendrá algo que ver, pero hay una frase en concreto que me alerta, y que a la vez ha resultado ser una falsa alarma ya varias veces.
O quizá no...
Quizá en vez de ganarte te pierda por momentos.
Carrie, carrie...

Existe un lugar más aparte de juntos y separados. Aquél lugar donde yacen los instantes, el lugar donde nos desconcertamos, donde podemos retroceder o avanzar sin remedio. El lugar donde disfrutamos, eso lo tengo claro.

¿Pero de dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Venimos del juntos y terminaremos separados?

I can't live

sábado, 11 de julio de 2015

No te perderás en Nueva York.

Bien podría yo fingir que no me llama la atención. Bien podría hacerte creer que lo que se dice no es cierto. Bien podría seguir mintiendo sobre cómo de bien podría hacer cosas que no soy capaz de hacer.

He escuchado y leído lo mismo miles de veces en cientos de soportes distintos: las cinco primeras me lo creí, todas las siguientes pensé que estaría sobrevalorado, que la gente estaba exagerando.
Me ilusionó la idea de conocerla por fin en persona y descubrir qué sensación me causaba. No le di muchas vueltas, pero pensé que me decepcionaría. La verdad, llegué a pensar que podría incluso no sentir nada; y eso habría sido peor que decepcionante.

Pues bien. Sólo puedo decir que el mundo te hace rodar de miles de maneras distintas: pensé que me engañaban, y así me engañé a mi misma.

Es justo que alaben esta ciudad. Es justo que le den el valor que le dan, porque es impresionante.
Pero, para mí, Nueva York no despierta sentimientos -eso son tópicos televisivos-, Nueva York crea sensaciones.

Todo es tan gigantesco que da la sensación de que lleve aquí milenios, de que haya crecido como las plantas; e incluso cuando intento pensar que ha sido el hombre quien lo ha creado, descarto la idea de inmediato. Es una idea de locos. Remota. Imposible.
Las calles te engullirán. Las luces te atraparán con hilos de color. Te succionará y te absorberá hasta que te posean los rascacielos: hasta que dependas de su protección y te encuentres bajo su impresionante amenaza.
El lugar donde el poder del hombre es tan grande como para convertirse en naturaleza.
Jamás lo creí posible.

miércoles, 24 de junio de 2015

D.




Nunca me imaginé que llegaríamos hasta aquí. Ni siquiera me planteé que algún día podríamos ser capaces de romper con el impacto el límite de nuestro simple y eterno laberinto. No se me ocurrió pensar que podría no ser eterno.
Éramos ratones de laboratorio, sujetos encerrados en un recorrido con forma de D con paredes (casi) indestructibles, un experimento de las alimañas todopoderosas que nos habían plantado allí, más alimañas que nosotros. Querían ver qué hacíamos. Querían que escapáramos.
Primero fuimos sólamente animales mientras nos acostumbrábamos a nuestro nuevo hábitat. Dábamos rodeos en la curva, hacíamos zigzag en la recta. Nos olisqueábamos mutuamente con curiosidad, también las paredes y el suelo, mordisqueábamos la nada para descubrir su materia;  ¡qué bonito lugar!, interpretaban.
Le dimos millones de vueltas a la D. La pusimos tantas veces en forma de O y de B que al final decidieron por nosotros mantener su primer diseño. Y ya estábamos cansados de caminar con nuestras patitas cortas por todos lados sin más que ver que pared. ¡Por eso, la colorida vida encerrada en ti y tu rostro parecía lo más hermoso que aspiraban a ver mis ojos!
Con el tiempo dejamos de tener curiosidad por nuestro lugar de encierro, y ya que sólo recibiríamos comida al final del experimento si caminábamos, nos limitamos a seguir una línea imaginaria trazada bajo la capa de nuestra mente sobre el suelo de la D.
Hemos sido autómatas, robots utilizados, fruto de manipulaciones. Hemos caminado por caminar, buscando un premio -¡y ni siquiera un premio!, más bien un desenlace- que llegará cuando todo termine, si es que termina. Cuando, o bien escapemos, o bien nos dejen ir.
Ya hemos recorrido otras mil veces más nuestra D. Solemos caminar cerca, aunque hay veces en que alguno de los dos se queda un poco atrás, o alguno un poco alante. O ambas a la vez.
Las paredes no cambian de unas zonas a otras, pero sin duda la parte más bonita es la recta, porque aunque nos separemos sigo viendo tu cuerpo, que se mueve, que deleita mis ojos de animalillo con esa simple variedad cambiante que nunca ha dejado de ser totalmente distinta cada vez que la observo.
Seguimos caminando, incansables, y mientras tú ves todo sin inmutarte desde unos ojos que no son los míos, continúas con tu trabajo de ser lo más hermoso de este encierro.
Lo cual me encierra a mí en una subD de querer/no querer irme de aquí por miedo a que te alejes demasiado después entre todas las calles triangulares y rotondas de este laboratorio, y te pierda de vista. Por miedo a ya no saber separarme de ti.
Creíamos que estaríamos encerrados para siempre y nos resignamos. Nos alegramos la vista mutuamente sonriendo con las orejas y nos mantuvimos con vida y calentitos bajo el frío, y afrontar un encierro para siempre nos pareció fácil y simple. Para mí fue incluso bonito, en tu caso.
Sin embargo, mira lo que hemos hecho.
Dejamos de caminar, y en el lugar más soleado jugamos un pilla-pilla. ¿Quién perseguía a quién? ¿Quién empujó tan fuerte?
... Ahora hay un boquete en la pared.
⁉

viernes, 5 de junio de 2015

Agárrate, que vienen verdades.

Hay pocas cosas en el mundo cuya verdad nos sea completamente desconocida. Una pequeña cantidad de preguntas que podríamos hacernos día a día sin verdaderamente saber responderlas. Sin embargo, la verdad de las demás se encuentra en nuestra propia existencia; tejida de valores, respaldada por nuestra educación.
Ahora, ¿cuántas veces olvidamos darnos cuenta de que no hace falta pensar tanto, de que en el fondo ya conocemos la conclusión de todo lo que nos ronda por la cabeza?
Cuando admitimos una verdad que conocemos nos aferramos a esa certeza para luchar frente a las miles de vueltas que da de sí la Tierra. Nos agarramos a esa gran torre eléctrica de la cual antes negábamos la existencia y olvidamos buscar más verdades porque ya conocemos una.
Pero, cómo no (por el principio de un mundo descolocado en presencia de mentes), las verdades también pueden dejar de serlo con el paso del tiempo. Nunca te aferres a una realidad.

Agárrate al cambio.

martes, 2 de junio de 2015

Mentes ordenadas, desastre incluído.

Lo hermoso del desastre.
Somos seres descolocados, mal posicionados en una superficie que no era nuestra, somos tanto nada como todo y un vacío confuso que rompe el viento a su paso.
¿Ah, pero sabíamos caminar? No, volábamos...
Somos locos y contradictorios, buscamos un orden mientras nuestra existencia se apoya en el azar, en una mala suerte para todo aquello que algún día fue armónico. Somos una nota simple, una tecla más del piano que ha sido tocada en la melodía equivocada pero que, aun así, se amarra a las paredes del cacharro, se pega a los oídos y sale cuando la hemos acogido. Somos seres fastidiosos y a la vez todo nos fastidia, somos un nuevo estado de la materia que desaparece en segundos, o mejor dicho, tras nuestra efímera eternidad.
Aunque si, al fin y al cabo, el desastre forma parte de una colocación perfecta para curvar los extremos de tu boca recta... Quién sabe si podría ser al revés, quizá tu curvatura me enderezaría a mí también.

lunes, 1 de junio de 2015

Bajo mi opacidad. I.

"Quizá, a estas alturas, tengas ya una vaga idea de mí. Quizá no seas capaz de ver a través de mi fachada y lo que representa, pero créeme, incluso tú, que te escondes, apareces en el inventario de mi mente. Así es como ni tú ni yo vemos más allá, pero ambos preconcebimos una silueta del otro: creamos una imagen a partir de una máscara, más o menos nítida en función de nuestro interés por la minucia, pero exacta en toda su medida, al fin y al cabo. Me aventuraré a decir que la mente humana funciona como la luz encerrada en nuestros globos oculares: Invirtiendo. Pero es que, aun si esa imagen estuviese completamente forrada de carteles y espumillón, lo que veríamos no dejaría de ser lo que es: en mí, yo; en ti, tú."

Me limito a ver las cosas tal y como ellas mismas son.
¿Y cómo son las cosas?
Verás, eso depende de quién las mire...

Últimamente me estoy dando cuenta de muchas cosas. Reflexiono en particular, en plural y en cada ápice de mí misma sobre todo, porque si no, ¿cómo iba a saber por qué está condicionado aquello que pienso sobre todo lo demás?
Estoy segura de que cualquier otra persona tiene una visión diferente.
A eso voy.
¿Cuál es mi visión, qué captan mis ojos? ¿Qué se oculta en mi opaca pupila, qué misterioso secreto se eclipsa tras la verde danza de mis iris?

Yo veo un mundo sencillo en el que las verdaderas soluciones, las verdaderas respuestas y la propia verdad están al alcance de la mano. Veo el gran arma del ser humano para ocultar la realidad, su vanidad, su ansia de poder. También veo su ignorancia: los humanos tenemos voluntad (una voluntad infectada) sobre la voluntad.
Yo veo un lugar lleno de dolor, plagado de rabia y enfermo de caos, loco de envidia, muerto en su centro. Veo gente gris, me escondo de los soldaditos verdes, sonrío a las sonrisas amarillas. Doy calmantes a los enfurecidos rojos, y por último me abrazo a los azules. Y me suelo quedar ahí.
No llego a ver, pero sé que existe, una estela omnipresente cuya naturaleza es y siempre será un misterio.
Veo el desastre. Siento la pena. Soporto el dolor y padezco de humanidad.

Sin embargo, yo veo todo en technicolor.
Veo un mundo sencillo, en el que las verdaderas soluciones, las verdaderas respuestas y la propia verdad están al alcance de la mano...

domingo, 17 de mayo de 2015

Sextido sento: por eso no te beso.

No sé vivir sólo con cinco sentidos...
Cuando giras la cabeza hacia mí y sonríes con las mejillas, queriendo ocultarlo con la fina línea de entre tus labios, sé que tramas algo. Sé que tu boca puede estar tan cerrada como abierta, como ni cerrada ni abierta ni en un punto medio. (¿Acaso existe un punto medio?) Tus ojos inexpertos no pueden negar que ese hilo de tu boca no exista, no pueden relucir ante una luz que no brilla. No puedes mentirle a mi vista. Se te acaban los recursos.
Sin embargo, mis sentidos sí me engañan a mí. Comparan las imágenes con los mensajes de los que se alimenta mi oído y; ya que cuando tu boca está abierta o cerrada (también escucho el silencio) tienes opción a decir cualquier cosa que quieras consiguiendo que suene convincente, me confunden, me transmiten información contradictoria, anversa, reversa y perversa.
Pero a mi vista no puedes mentirle cuando de tu boca no sale ni el silencio ni el sonido, cuando mis oídos sólo perciben las ondas que reverberan de la atracción que tus labios ejercen hacia los míos cuando te encuentras tan cerca. Cuando te frenas en seco exactamente en el lugar donde tu línea no existe o existe a medias, y sólo se aprecian sus puntos inflexos y ese no-se-qué que provoca que mi tacto ondee como olas, aún consciente de si me rozas o no.
No puedes engañarme. Sé que lo deseas: el desenlace, el leve corte que rasgue la cinta y deje de separarnos de ti.
Arráncala. Yo no lo haré.
Mi campo magnético es transparente e intentar engañarte sería un fracaso: no hay cosa que desee más.
Pero esta sensación de que me mantengas sin quererlo en un suspense placentero y agonizante al mismo tiempo, y suspenderte tú también por consecuente al magnetizarte por casualidad conmigo; simplemente, no tiene comparación. Ni tú ni yo podemos negar una realidad tan aplastante.
Los infinitos segundos de espera nos confieren algo inmortal.

martes, 21 de abril de 2015

Alerta.

Luces. Sombras. Vacíos. Sonidos. Todo se confunde ahora. Todo se confronta aquí.
Es un fotograma armonioso, una escena serena, un contraluz desesperado y algo más. Una galería de espejos. Es un reverso y a la vez la imagen, el plano equivocado en una realidad adversa, el infiltrado que no se percata de su equivocada existencia, y cuya presencia altera la de un alma más. Una luz que no brilla, una luminiscencia lúgubre, seca, ahogada, enfermiza.
Es un Rojo de alerta, un estridente alarido, el subconsciente herido por la daga de su inercia.
Todos salimos corriendo. Después, lo amado me astilla. No veo más alla de mi futuro inmediato, todo está cubierto por niebla; si acaso veo algo, eso es la luz de esta alerta.
Cuando los espejos giran con mis dedos en su límite, los fantasmas se disipan y dan paso a los títeres: polvorientos, malheridos, congelados e inertes; se clavan en mis oídos, sus dientes, mi frente.
La alarma persistiendo en su chirriante escalofrío dispara en un segundo el Big Bang de mis teorías, objetos volantes flotando sin sentido y un hueso de papel ardiendo en trizas.
Mentías, mente mía: este agonizante rojo en vez de sangre fría...

lunes, 2 de marzo de 2015

El poder de·el instante.


Hoy, a las 138.408 h de mi vida: Una canción se ha colado en mi mente y no parece dispuesta a salir.
Hoy, al instante diario de satisfacción: Rebota en mis oídos la primera nota de la melodía. ¡Puedo respirar!
Hoy, a las 138.408 h, 1 min, 34 s de mi vida: Estoy cantando a voz en grito Sex on fire. "TuXri(ru)turu, tuXri(ru)turu..."

Me pregunto en qué consistirá la extraña magia de los instantes. De los pequeños cambios momentáneos:
De·el segundo en el que estás vacío a·el segundo en que llega una canción a tu cabeza y se te clava en el cráneo ofreciéndote no más consuelo que el de escucharla una y otra vez.
De·el segundo en que sigues ansioso a aquél en el que por fin se produce en tus oídos la exacta vibración que tú quieres.

De·el segundo en el que estás tan cerca a·el segundo en el que estás tan lejos.
De·el segundo que está infinitamente lejano a·el segundo en el que estás tocándolo, de·el que lo tocas a·el que pasas a sólo estar cerca.
De·el amenazador segundo en el que aún todo es posible, a aquél en el que sientes el frío roce de la bala contra tu piel; de la milésima de segundo desde que la onda del impacto se expande hasta la siguiente, en la que procuras evitar su traducción en tu expresión.
De·el eterno segundo de la inquieta duda a la diminuta y maravillosa descarga eléctrica que alborota todos los controles sensitivos, arrastra adrenalina sedimentando el segundo pasado y desemboca en la boca desafiando la gravedad y elevando sus extremos.

¿Qué extraño presente se encuentra tras los instantes, que son tan capaces de lanzar como de pescar segundos; que son la transición de cada imagen, el "moverse" de cada "desplazarse"?

Quizá te responda un instante.

sábado, 7 de febrero de 2015

Te abrazaría eternamente y no me quedaría a gusto.

No sé si esta será ya la cuarta cosa que escribo hoy sobre ti. Y es que no lo sé, porque ya no sé ni a qué llamo "hoy".
Tengo un serio problema contigo. Algo ha permitido que te cueles en mi cabeza y tu toxina se ha expandido por todo mi cuerpo. Siento que tú, o más bien tu recuerdo, corre en mis venas a todas horas y hace que me ahogue de forma permanente, porque ahora para respirar me hace falta tu aire. No sé qué nombre le darás tú a este tipo de contagios, pero desde lo poco que queda de mí en mi interior algo me dice que lo llame invasión. Me has invadido, no sé si a voluntad o por accidente; has ocupado ya casi todo mi territorio interno y mi último soldado permanece en pie debatiéndose entre rendirse o luchar contra tu ejército, y lo único que me preocupa ahora es que continúe con vida, continuar con vida.
Si me rindo ante ti tomarás mi ciudad, sobreviviré, pero no viviré; seré sólo testigo de lo que tú hagas con lo que debería ser mío. No tendré suficiente aire para respirar y al final tus toxinas morirían.
Si lucho contra ti y venzo, si te empujo fuera de mí, temo quedarme sin aire, temo perder la necesidad de tu aire colmado de polvos mágicos.

Una vez ya creí haberte derrotado. Ya me equivoqué una vez pensando que no volverías a asaltarme.
A veces te veía venir a lo lejos, atisbar el horizonte, cruzarte con mis ojos y marcharte.
Pero todo este tiempo desde esa primera batalla te has estado preparando para atacar con fuerza esta vez. Lo has conseguido: mírame, a punto de postrarme a tus pies en mi propiedad.

No quiero obligarme a echarte de dentro de mí porque tarde o temprano pedirás la revancha. No quiero dejar de quererte así porque tarde o temprano volverás a invadirme.
Pero si permito que incluso mi última pequeña parte racional te adore, toda yo sería tú. Y necesitaría una bombona de ti que me supliese continuamente tu aire para respirar.
Dependería demasiado de ti.

Te pediría ayuda para que no te me acercases, para reacostumbrarme a un aire vacío que vaya expulsando tus toxinas de mi sangre. Pero no quiero que lo hagas.

Me imagino que sólo me queda pactar. Respiraré tu aire para que tu ejército viva, pero ordenarás la retirada.

Tus toxinas se irán de mi sangre aunque tu aire las estimule, así que recuerda que desafiaremos nuestra propia naturaleza...

De momento. Por el actual bien de los dos.

Ojalá algún día mi ejército también te invada, pero a la vez que el tuyo conquiste mi tierra sagrada.

domingo, 1 de febrero de 2015

Entre inviernos fríos: Pasión, prisión, presión.

Pasión, prisión, presión.
Hemos ladeado la cabeza confusos. Hemos vuelto el rostro y mirado a nuestras espaldas, hemos desandado lo andado y volvemos a encontrarnos cara a cara... En este misterioso rincón perdido que gira por encima de donde llega la percepción del espacio y más rápido de lo que alcanza a recorrer el tiempo.
Volvemos.
Y ésta vez nos encontramos a un paso menos.
Tus ojos observándome con un brillo tragicómico romántico. Mi expresión quieta y callada, mi fachada escondiendo la agitación de mis partículas mientras entras en reacción conmigo. Y mis puntos débiles.
Alargando tus dedos para tocarme.
Una voz te grita que soy de cristal, pero nadie la oye. Mi voz se desgañita en mi interior, quizá por ello siento retortijones cuanto más cerca de mí se encuentra la electricidad de tus curvas dactilares.
¡Oh, por dios, acállala de una vez...!
Pasa un segundo eterno, de esos que nadie, ni siquiera yo imagino. Pasa un segundo de esos en los que pasa todo y después todo queda tan vacío que sólo queda hacer una locura para llenarlo.
Y rompes la barrera del viento que se cuela entre nosotros. Siento un insecto clavado en mi piel, absorbiendo mi sangre, viviendo de mí. Siento tu presión.
La presión de tus dedos en mi cadera, la presión de todo mi interior, que amenaza con explotar.
¿Pero a quién haría daño? ¡Basta ya de ser correcta!
Y entonces todo arde en un mar de explosiones y júbilo. Tu boca en llamas entreabierta ante la transparente visión de la mía, tus párpados medio cerrados, tus pestañas enarcadas y tu expresión de serenidad. Y me besas.
Y me aferro a tu pelo antes de caer empachada de sana ebriedad, pero caemos ambos, y ya siento tu presión de nuevo.
Tu calor adormeciéndome y tu reconfortante cobijo. Otra vez tu cuerpo sobre el mío.

[Fortgesetzt werden]

Euphoria

¡Son los Domingos!
Esos o sosos o locos. Esos de posibilidades, de hacer locuras, de quererlo todo, de dejar de razonar
               Tus manos en mi cuerpo,
de "de ..." de Delirio. De mirar al infinito un momento y a la nada el siguiente. De sentir la fugacidad
                    todo tú en mi piel:
de cada mísero momento tras vivirlo y
                            BÉSAME.
viviéndolo
todo a una vez. Efímero. Incomprensible.
Incognitante.
Mis
       Te (amo)
                Río (agua-R-dientes)
                         Sís (no Nos, si Sís)
Báñase el cielo    No (sí Nos, no Sís)
Mientras tú me besas Ve (n, ojos)
                                               Do 🎼
Y haces de mí                           S.A
                          ...                               ...
Esos que cuando empiezan son tan largos y cuando pasan ya han
                  una criatura deseable.
pasado y ni siquiera te lo planteas.
No te planteas nada.
                   Saldré a buscarte.
Ni siquiera qué no te planteas.
              Entre los resquicios de esta
Cielo negro. Luz cálida. Domingo hechizante.

                        luz trémula
                       te capturaré.

jueves, 22 de enero de 2015

Me gustan los libros gastados.

Libros gastados, muy gastados; en los que cada doblez, cada marca, cada simple roce impreso en el lomo cuenten una historia. De sentimientos. La primera mirada de su dueño al sentirlo suyo, al abrirse entre sus manos toda vía de escape antes de leer ninguna palabra. El momento en que se sorprendió y pasó la página rápidamente para saber qué ocurría después. La duda al leer una frase mientras pensaba en otra cosa y el retorno a las mismas letras una y otra vez hasta entender o imaginar lo que decían. El enfado irreprimible cuando no podía leer más, el cuidado al acariciar la portada y la indiferencia por la que el filo de las hojas terminaban con un golpe contra el suelo tras un mal día. El alivio al sentir las páginas en las yemas de los dedos al encontrar un pequeño rato para distraerse; el dedo posado a modo de marcapáginas; el rato observando con detenimiento los espacios en blanco de las páginas fingiendo interés o despiste para salir de una situación incómoda o adentrarse invisiblemente en una ajena. La sensación de suspense o temor, de emoción, de un momento clave; la idea de estar llegando al final y la última palabra. El último punto final, el vacío interno y el ver la historia por todos lados.

Me gustan los libros que cuentan dos historias: me gustan los libros gastados.

domingo, 18 de enero de 2015

Y queda un poco lejos cuando me incendiaste.


Seis años después,
reapareces y, hablando sola,
resumes tu noria de vida en un sólo café.
Y, curado al fin,
me permito el lujo de observar
tu pelo raro y creo
que ahora fumas demasiado.
Y hablas como si te hubiera preguntado
¿de quién te vengabas todo el tiempo
que yo estuve a tu lado...?
Y aún no sé
a que diablos viene ahora tu llamada.
Tiembla tu cuchara,
y eso nunca queda bien.
Di, di la verdad,
llevas tiempo sin romper muñecos.
Pasados unos meses
alguien me ajustó de nuevo
y,
queda un poco lejos
cuando me incendiaste y ya
soplaron las cenizas,
volaron las cenizas.

Y qué te voy a contar, si ya lo sabes todo.
Me es imposible no echar la vista atrás de vez en cuando, y así surgen mañanas de Domingo como éstas, en las que disfruto haciéndome daño al recordar. Al recordarte. Al recordarnos. Al revivir tus palabras y sentirlas casi con tanta fuerza como entonces. Echo tanto de menos aquella ingenuidad...
Y a veces me pregunto qué hubiese pasado si no hubiese negado nada, si no hubiese tenido miedo. ¿Te habría perdido?
Sigues siendo una gran incógnita para mí. Sigues siendo especial, aunque sé que ya no te lo digo. Sigues siendo y siempre serás mi primer amor y al cual dejé pasar, como a la fría, oscura, mojada y hermosa niebla, por entre los huecos de mis manos tantas veces.

Espero que no haga falta que reaparezcas dentro de seis años.
Ojalá me cure algún día, porque ahora mismo creo que nunca lo he logrado.
Y ojalá tu pelo siga raro y para entonces no fumes tanto.
Quizá algún día te pregunte "¿a qué diablos viene ahora tu llamada?".
Dudo que vayas a llegar a temblar. Eso siempre te queda bien.
Después de romperme tú, ¿me ajustará alguien?
Y sí, queda un poco lejos cuando me incendiaste...

Pero no han volado las cenizas.

martes, 13 de enero de 2015

Mientras soporto...

No sé qué nos pasa.
Siento que algo habita en mi pecho y se retuerce con ganas de mover todo en mi interior para que me de cuenta de que necesito soltarlo, a pesar de no entender nada. No sé si es que somos tontos, si lo soy yo sóla o si lo es quien sea que mande en todo (si es que alguien lo hace), pero me siento estúpida cuando te miro sin pensarlo y tú también me miras sólo por un momento, porque en seguida siento una ola de no sé qué subiendo por mi cara que me hace cambiar la vista hacia otro lado. No soporto compartir el mismo espacio contigo y no decirte nada en toda una mañana porque no tenga nada que decirte excepto un mísero "qué tal" que ni siquiera suena a una pregunta, no aguanto la sensación de querer estar contigo pero no saber qué contarte que pueda parecerte entretenido o importante. No soporto un sólo día de los que estamos pasando así y, aunque tampoco soporto desconocer los motivos de ello, soporto menos el sentimiento que tengo de que día a día estás más lejos, otra vez. Quizá me fuese soportable si no te viese, si no me pudiese dar cuenta de que es distancia invisible la que se mete entre nosotros, como ha estado pasando hasta ahora cuando algo iba mal. Pero ahora te veo, y no lo soporto, porque te veo cerca, pero te siento lejos; y no puedo dejar de recordármelo una y otra vez a lo largo del día y de las horas nocturnas en las que intento dormir sin éxito. Y creo que podría acostumbrarme, si tuviese que ser así, a verte de cerca y no ser capaz de escucharte si me gritas; pero la sola idea me resulta insoportable. No soporto las ganas de rellenar estos espacios silenciosos con cualquier palabrería banal en nuestras conversaciones, no soporto la estúpida agonía que me produce pensar en la alegría que me haría empezar a hablar contigo de repente de cualquier cosa. No soporto escuchar tu voz tan poco, ni sólo poder hacerlo cuando hay alguien más. No soporto no querer insistirte diciéndote nada por si prefirieras callar.
Hoy todo me es tan insoportable que no puedo soportarlo más, así que te lo suelto.