Aún me sigo preguntando de dónde sale todo.

sábado, 25 de enero de 2014

Being a part of somewhere apart.


Retorno a terreno peligroso, desconocido, extraterrestre.

Camino con prisa, a veces procuro correr, y siento que bajo mis pies no hay más que barro que se desliza sin dejar que me mueva. La brisa anuncia un invierno frío con mañanas primaverales, en el que me protejo tras el abrigo de mi propia piel tan pronto como derrocho energía girando alrededor de los árboles sin ton ni son. Estoy hecha un remolino, a veces móvil, a veces regocijado entre mi propia trayectoria enrevesada. Mis ojos oscuriclaros empiezan a confundir las verdaderas razones de cada cosa que me pasa, ya lo asocie a estaciones, a cosas de psicología incomprensibles, a astros o a domingos. Sin quererlo canto nanas a las piezas de los puzzles para procurar que se junten incluso sin poseer siquiera hendiduras, cuando ni siquiera forman parte de ninguna parte. 



Si tuviera que decir a dónde pertenezco ahora mismo diría que a la luna, seguramente, o quizá al mullido resguardo de algún bivalvo ya sin vida del fondo del mar. Sentirse un lunático, un extraterrestre en tierra propia no es algo desconocido para mi velero viajero, y sabe bien qué es lo que debe hacer para no vagar a la deriva sin rumbo ni norte. 


Basta ya de formar parte de ninguna parte. Re-formaré parte de algún lugar aparte.

sábado, 4 de enero de 2014

Delirios del amor.


Avanzo. Avanzo sin más: unas veces gateo, otras cojeo, camino o corro; otras veces doy saltos y, si me duelen los pies, alzo el vuelo. Incluso en pequeños momentos me quedo parada y miro hacia atrás, o me quedo sola, o demasiado acompañada, pero al fin y al cabo, avanzo. 

Últimamente me he acostumbrado a pensar que contigo al lado avanzo también. Pero, ¿acaso se le llama avanzar al constante bucle de dudar, admitir, sacrificarse, ser herido y dudar de nuevo? 

Las palabras no hacen mucho ya, se han acostumbrado a su vulgar vida virtual y constante, han adoptado los rasgos enfermizos de la rutina y casi puedo notar cómo el estrés va arruinando la existencia de las neuronas mentales positivas que hacían que querer pareciese fácil. Otra vez. 
Pero recuerdo que la última vez tuve la corazonada de que no volvería a serlo, de que a partir de entonces aprendería realmente el valor del místico, escurridizo y enrevesado amor. Supongo que todo esto tiene entonces el fin de hacerme avanzar... Pero, ¿y si todo quedase en miles de intentos progresivos, pero fallidos, por parte de las neuronas positivas de repuesto? y, si llegase a obtener resultados, ¿no habría sido casi innecesario todo este entrenamiento previo? 

Cuando los millones de hilos de plata retorcidos, cardados y electrizados de delirios amorosos te atrapan desde dentro, te envuelven el corazón destruyendo su capa protectora y sustituyéndola por una mil veces más frágil, y se introducen en tu sangre asegurándose de que la incomprensible y hermosa enfermedad se expande por todo tu cuerpo, puedes asegurarte de que estás totalmente involucrado en la búsqueda de su sentido.

Vetusta Morla - Copenhague.




Él corría, nunca le enseñaron a andar,
se fue tras luces pálidas.
Ella huía de espejismos y horas de más...

Aeropuertos, unos vienen, otros se van,
igual que Alicias en ciudad.
El valor para marcharse, el miedo a llegar...

Llueve en el canal,
la corriente enseña el camino hacia el mar.
Todos duermen ya...
Dejarse llevar suena demasiado bien,
jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar,
o empezar...

Un instante mientras los turistas se van,
un tren de madrugada consiguió trazar
la frontera entre siempre o jamás...

Llueve en el canal,
la corriente enseña el camino hacia el mar.
Todos duermen ya...
Dejarse llevar suena demasiado bien,
jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar,
o empezar...

Ella duerme tras el vendaval,
se quitó la ropa y sueña con despertar
en otro tiempo y en otra ciudad...

Dejarse llevar suena demasiado bien,
jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar,
o empezar...