Aún me sigo preguntando de dónde sale todo.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Una copa de champagne rota y sueños atrapados entre el cuchillo y la pared.


Evito pensar en ti, y sólo sirve para engañarme a mí misma.
Pero hoy descubriste mi secreto.

Procuraré ser breve y clara. Y sabes de sobra que soy incapaz, soy demasiado buena para hacerte daño aunque tú me hirieras. Porque eres un esbozo de recuerdo añorado...

¿De verdad tu ceguera amorosa te impedía ver algo tan obvio como que lo que me ocurría era por ti? ¿Te creíste todo eso de que necesitaba pensar y encontrar respuestas, pensando que sería por esa otra mala experiencia que no mencionaré? No me puedo creer que ni siquiera se te pasase por la cabeza la idea de que todo fuese por tu causa. Me parece demasiado surrealista; o éso, o que te confundí con alguien un poquito más inteligente y sensible. Preséntame a esa sombra, a ver si así dejas de una puñetera vez de ser mi mayor problema y desapareces por completo de la faz de la tierra que yo piso. Así tú también serás sustituido y todos seremos felices, ¿qué te parece?
Cada día es más fácil sentirte vivo, porque de cada hora se suman 15 minutos a la cuenta de los que pienso en ti, mientras intento arrancarte de raíz de mi mente y mi camino. Pero eso no es bueno. Y hoy, justo hoy, apareces para recordarme que sigues por aquí, que no te has ido por más que yo me lo autoafirme con propósito de engañarme. Sigo esperándome más de lo que nadie puede darme y continúo decepcionándome. Mi fantasía está descontrolada, no logro frenar el impulso de soñar con que volverás, arrepentido, a por mi; y cuando me doy cuenta de que mis deseos levantan las alas se las corto y caen tan rápido que, sin mi permiso, empiezan a hablar sobre lo bonito que era volar. Entonces, directamente, los mato de una cuchillada, con un "Él no va a volver. Él ya no es el mismo". Así que he decidido dejarles volar un poco aunque la caída duela más, porque sino la reserva de sueños se me agotará. Y espero que lo estés entendiendo todo, porque no me gustaría atravesarte a ti también con palabras más directas que éstas.

Capítulo miau.

        Camino por la calle cabizbaja, enfrascada en mi mundo, echándole de menos y algo resentida. Mi mente divaga por los huecos que él dejó, por los recuerdos que me rodean y se cierran a mi alrededor, tragándome como si se tratasen de una garganta irritada. Cada momento, cada fecha, cada lugar, cada beso. Paso sin querer los días esperando volver a tener algo que agradecer, deseando encontrarme con él y a la vez evitando hacerlo, respirando dificultosamente y agotándome a la mínima, con los pies cansados de tanto tropezar. Los largos paseos se han convertido así, sin más, en una larga carrera contra el viento en la que busco palabras bonitas y a la ver hirientes para dedicarle. Mi tiempo, el que cuenta el segundero roto de ése reloj que tanto le gustaba, ya no sé si es mío o si pertenece al duelo entre sus recuerdos añorados y la precaución de mantenerle a distancia, es decir, si le pertenece a él. El humo de la ciudad me consume y me envuelve, y la lluvia que cae ligera sobre mi frente resbala, mientras me mece y duerme. Y, repentinamente, mi corazón se para, pero no entiendo por qué. Mi boca se queda abierta, a medias entre una expresión de incredulidad y otra de miedo. Mi instinto me dice que corra, que huya, pero sigo sin saber por qué. Mis ojos han captado algo tras elevar mi cabeza y aún no ha pasado la milésima de segundo antes de que la información me llegue a la mente. Cinco, cuatro, tres, dos, uno, ... Suena el pitido que anuncia el final de los partidos confusos entre mente y cuerpo para dar paso cordialmente a la temporada de la liga de los huracanes mentales. ¡Pero mira quién aparece por aquí!
Mis sentidos me dicen que corra, pero mi cuerpo está ausente y no responde al telegrama. Se queda quieto como un peso muerto, bajando lentamente la mirada de nuevo, sin saber dónde dejar las manos. Siento una profunda curiosidad, nerviosismo y a la vez... ¿impotencia?, ¿miedo?, ¿temblores?... No, un impulso. Pero es tan fugaz que no logro retenerlo. Levanto de nuevo los ojos hacia él, y descubro que me mira. Perfecto, lo que me faltaba. Veo que se acerca con paso firme y acelerado hacia mi, busco mentalmente una vía de escape. Pero sigo algo adormilada y por fin reacciono cuando él ya está a escasos decímetros de mí. Mis cejas se doblan en una expresión de enfado, me doy la vuelta apresurada y camino rápido, separando mucho los pies e intercalando pasos al ritmo de una animada canción de la que no recuerdo el título. Él me llama con una voz que indica que no comprende mi reacción. Mis brazos se mueven solos, enérgicos, y cuando quiero darme cuenta, algo me agarra la muñeca. Me veo forzada a darme la vuelta y me encuentro cuerpo a cuerpo con esa sudadera que ahora mismo sería capaz de rasgar con el filo de varios cristales rotos de origen copa de champagne en la que pudo ser vertido un anillo de compromiso. Bajo la mirada y entrecierro los ojos, como si estuviese arrepentida de haber huído de tal forma. Él me susurra, tranquilizador, un "¿qué ocurre?"; pero no tengo oídos para su voz, sino para la de mi mente, que me dice que haga lo que sea por zafarme de sus brazos. Insiste en que le responda, pero no tengo boca para hacerlo, sino sólo para besarle. ¡¿Besarle?! Dios mío, ¿qué estoy pensando? Está claro que la presión que están haciendo sus pulgares sobre mis muñecas me está haciendo delirar. Hace un poco de frío y estoy recién duchada, pero me siento pegajosa y acalorada, como si acabase de correr una maratón. Me niego a aceptar que he pensado aquéllo con cabeza racional, y me obligo a escucharle e intentar articular palabra para olvidar un poco que tengo una cabecita con la que puedo hablar sin miedo a que juzgue lo que le digo. Porque aunque no lo haga ella, lo hago yo misma; y al fin y al cabo yo soy mi peor enemiga.
-¿Qué quieres de mí? - consigo responder.
Él calla por un momento y me mira, perdido.

...Continuará... (en mi mente, para matarme un poquito más)




Quiero ser y sentir 
lo que era antes de ti.


Quiero ver el dolor
que se cuela dentro de mi piel,
pa' correr detrás de él
y echarle la mano al cuello.


Luego tú haces que yo,
viva tan dentro en el centro de ti;
haces que yo
muera por el dulce abrigo de tu voz.

Y las calles que se cruzan,
y el cielo anunciando lluvia,
¿qué más puede salir mal?...

Y quisiera ver en ti la luz
que encontré algún día, pero no eras tú;
fue tan sólo un simple reflejo
de la condición de mi corazón,
que tiende a sufrir cuando habla de amor. 

Ni contigo ni sin ti tienen mis males hoy remedio.

domingo, 24 de marzo de 2013

Darling, everything's on fire.





I remember tears streaming down your face
when I said I'll never let you go,
when all those shadows almost killed your light.
I remember you said "don't leave me here alone"
but all that's dead and gone and past tonight...

Just close your eyes,
the sun is going down.
You'll be alright,
no one can hurt you now.
Come morning light,
you and I'll be safe and sound. 

Don't you dare look out your window
darling, everything's on fire.
The war outside our door keeps raging on.
Hold onto this lullaby,
even when the music's gone.

Just close your eyes,
the sun is going down. 
You'll be alright,
no one can hurt you now.
Come morning light,
you and I'll be safe and sound.

Just close your eyes...
You'll be alright...
Come morning light,

you and I'll be safe and sound.

jueves, 21 de marzo de 2013

~Besos.~


~Como susurros estremecidos destinados al viento.~

Secretos. Baúles y baúles, y cajas de sorpresas, guardadas en el pecho y reveladas en un roce simple, pero siempre inigualable, indestructible. Paredes inexistentes, de cristal inquebrantable y presencia asfixiante, derrumbadas en un efímero y veloz segundo. Tiempo detenido prolongado hasta la eternidad, invisible, irreconocible, recién nacido, limpio, infinito. Palabras sordas de aroma dulzón que ni siquiera la boca más sabia y precisa lograría describir, que sólo el tacto carnal y rosáceo de los labios percibe. Arco iris de polvo de hada que hace cosquillas por todo el cuerpo, que atraviesa los miles de sueños encantados, las infinitas historias de fantasía jamás inventadas. Enfermedad contagiosa que atrae, realza, no da miedo, vuela, da un giro en el aire como un boomerang y vuelve, dada la vuelta. Gritos triunfantes y silenciosos condenados a vivir intensamente sin sonido por un momento y a desvanecerse para siempre, que no logran ser pronunciados y claman victoria así, sin resignación ni oportunidad de ser escuchados. Recuerdo fugaz, voraz, malévolo atleta en maratón por tus arterias, aire que inhalas para hacer gárgaras con tu sangre enamorada en el corazón. El breve instante en que un pájaro decide levantar el vuelo y elevar consigo toda posibilidad de razonamiento en tu mente. Suaves y blancas plumas solitarias que se entrelazan durante una exhalación de vida, atentas, sorprendidas, hermosas, tan ligeras que casi se podría hacer contrabando con ellas. Arte que jamás será arrebatado y que se debe cuidar delicadamente, cual dama mimada y caprichosa que explota en una pataleta cuando las cosas no le salen como quiere. Bebida gratis para olvidar, con estrictas reglas sobre cómo tragarse, que si son incumplidas provocan gran resaca de arrepentimiento enseguida. Garantía para volar y ser libre, llenarse de una sensación embriagadora y envolvente de fuerza y felicidad. Velo arrancado de la pasión que, tímida, se encubre tras párpados soñadores e imaginativos y después, enzarzada en un mar de destellos coralinos, se delata con armas de un blanco limpio y brillante y sentimientos ahogados por su gran pureza. Intermitentes relucientes, pequeñas bombillas que alumbran el corazón con su débil y cálido -ardiente- resplandor, que desatan devastadoras inundaciones incendiarias en los barrios del miedo, de la razón coherente y de la autosubsistencia. Dependencia, protección, supervisión, ansia de más, más y más momentos, regalos del tiempo, segundos infinitos que te desplazan lejos y te proporcionan refugio en sus alas, mientras se pierden en la penumbra del inmenso universo para siempre, llevándote consigo.


~Besos.~
 Frágiles y coloridos fuegos de artificio que crean presos. 


lunes, 18 de marzo de 2013

Hey idiot, I loved you.





Ayer...
Recuerdo ese ayer como si fuese hace una milésima de segundo.
No tenía programado escribirte hoy, la verdad; para ser sincera, no había siquiera caído en la idea de volver a pensar sobre ello nunca. Sobre ti, sobre ese ayer que ya no va a volver, sobre las tentaciones que me hacías saborear sin llegar a rozarse con mis labios, sobre todo el amor que yo te reservaba y sobre lo bien que parecías esconder el que tú me tenías, el que me has revelado hace nada.
Supongo que ésta canción sobrevoló mi mundo fantástico de repente y cayó estrepitosamente sobre él, queriendo que te presentase ante mi memoria como El fantasma de un recuerdo imperfectamente perfecto.
...mis problemas parecían tan lejanos...
Contigo se me paraba el mundo. Era el simple hecho de verte de lejos cada día antes de ir a clase el que me hacía estar feliz despierta y soñar contigo de noche; era pensar que debía darme prisa si quería saludarte lo que me abría los ojos a la siguiente mañana, porque de lo contrario habría seguido dormida viéndote junto a mi. Eras como una droga para mi, sin ti los días eran largos y pesados, mi sonrisa diaria salía tras cualquier simple demostración de que te importaba lo más mínimo. Tus palabras eran sueños, me hacían volar hacia un cielo infinito de estrellas en el que no existían nubes, ni aire. Nada más que nosotros y nuestro amor.
Aquello era como un juego, un saber y dudar, un querer y evitar. Un duelo a las parejas en el que teníamos que lograr que el otro no se diese cuenta de cuántas soluciones conocíamos, ni de dónde mirábamos para no perderlas de vista; pero en la que no quería ganar ninguno a pesar de saber lo que pensaba el otro, por miedo a que fuese nuestra última partida y terminase.
Pero terminó, con un jaque mate para ti y una decepción llena de culpabilidad como mi herencia. Terminó con tu derrota y mi viaje hacia otro duelo, del que salí a medias y con el mismo error de siempre, del que aún no se ha nombrado vencedor alguno. Pero ese es otro capítulo aún por concluir.
...I said something wrong, now I long for yesterday...
Todo cambia, sí. Tú cambiaste a pesar de lo mucho que procuré evitarlo; por muchas veces que repitieras mis palabras y consejos, nunca llegaste a entenderlos o a intentar ponerlos en práctica. Y por eso, sólo por eso, esa partida a las parejas no va a ser capaz de encontrar de nuevo los caminos hacia ambos, porque tú te extraviaste... Si supieras lo que te echo de menos, entenderías por qué sigo refugiándome en el calor de tu cuerpo cuando necesito rellenar el vacío de al rededor. Es como intentar engañar al estómago con migas de pan cuando no quieres comer pero tienes hambre. Hambre de pasado.

En fin. Supongo que ésto es todo lo que queda de aquella recopilación de recuerdos, canciones, poemas y frases que creí que no lograría saltar. La memoria de quien mejor recuerda de ambos, de quien más disfrutó al otro. De quien es incapaz de marcharse por miedo a que su última esperanza, tu cuerpo, desaparezca también para siempre.

I miss you.-


domingo, 17 de marzo de 2013

Querida Lluna:


Ésta primavera se está atrasando un poquito, ¿no crees?
Me parece que los pájaros ya han comenzado a cantar; que las efímeras lluvias de Marzo caen repentinas el día en que más sol hace y más fresca voy vestida; y que las flores de los árboles que raramente se ven por la ciudad tienen la piel abierta, que sangran emociones que, por lo visto, me evitan. Creo que los arco iris jovenzuelos que nacieron éste invierno en algún otro lugar ya han dado el estirón y se dejan ver por aquí; y que las estrellas persiguen lentamente mis sueños por las noches sin vergüenza, sin taparse detrás de las nubes. Presiento que las piezas negras del puzzle que encapotaba el sol han huído ante el levantamiento de sus súbditos, las mariposas; y que la música fluye por mi alrededor como una estela de polvos dorados que me envuelve.
Pero no llega a tocarme.
Es como si el mundo a mi alrededor corriese y yo estuviese en medio, como si no existiese. Como si el viento se llevase todo lo que me rodea y se olvidase de bañarme, de mecerme junto a él. La primavera anuncia su llegada ante mi mirada, pero no calienta en la medida en que debiera mi corazón. Estoy en una parada de tiempobús a la que no llegan segundos, esperando a alguien que no sé si quiero que venga para rescatarme, pero que nunca aparecerá.





Porque fui yo la caperucita extraviada de este cuento y, sentada en un banco viendo pasar el tiempo, sigo huyendo. 






Dime, Lluna, ¿qué me has querido decir ésta noche? ¿Qué palabras escondes tras el abrazo que plantaste ante mis ojos adormilados? ¿Acaso estoy haciendo algo mal al no frenar mis impulsos, debería intentar rehacer el camino hasta el claro donde me encontré con el lobo?
Querida amiga, me estás volviendo loca. Me despiertas con canciones que yo misma hubiera escrito, me prometes que me iluminarás cada noche pero por el día oscureces más las respuestas que ya creía haber encontrado.
Confusa, me tienes muy confusa. 


Supongo que te quería más.



I kept waitin' on a reason,
in a call that never came...
No I never saw it comin',
somethin' in you must have changed. 
All the words unspoken,
promises broken,
I cried for so long...
Wasted too much time,
should have seen the signs;
now I know just what went wrong:

I guess I wanted you more,
and looking back now, I'm sure
I wanted you more.
I guess I wanted you more.

All the nights we spent just talkin'
of the things we wanted out of life...
Makin' plans and dreams together,
I wish I'd seen, I was just too blind.
My heart was open,
exposed and hopin'
for you to lay it on the line...
But in the end it seemed
there was no room for me,
still I tried to change your mind.

I guess I wanted you more,
and looking back now, I'm sure
I wanted you more.
I guess I wanted you more.

I don't need you, 
I don't need you any more.

I guess I wanted you more,
and looking back now, I'm sure
I wanted you more.
I guess I wanted you more.

I don't need you, 
I don't need you any more.

sábado, 16 de marzo de 2013

Conmigo no.



Me miras diferente,
me abrazas y no siento tu calor...
Te digo lo que siento, 
me interrumpes y terminas la oración...
Siempre tienes la razón.

Tú, libreto de siempre,
tan predecible...
Ya, ya me lo sé.

Así que
corre, corre, corre, corazón...
De los dos tú siempre fuiste el más veloz...
Toma todo lo que quieras, pero vete ya;
que mis lágrimas jamás te voy a dar...
Así que
corre como siempre, no mires atrás;
lo has hecho ya, y la verdad,
me da igual.

Ya viví esta escena,
y con mucha pena, te digo no... 
Conmigo no.
Di lo que podía, 
pero a media puerta se quedó
mi corazón.

Tú, libreto de siempre,
tan repetido...
Ya no, no te queda bien.

Así que
corre, corre, corre, corazón...
De los dos tú siempre fuiste el más veloz...
Toma todo lo que quieras, pero vete ya;
que mis lágrimas jamás te voy a dar...
Así que
corre como siempre, no mires atrás;
lo has hecho ya, y la verdad,
me da igual.

Tú, el perro de siempre,
los mismos trucos...
Ya, ya me lo sé.

Así que
corre, corre, corre, corazón...
De los dos tú siempre fuiste el más veloz...
Toma todo lo que quieras, pero vete ya;
que mis lágrimas jamás te voy a dar...
Han sido tantas despedidas que en verdad,
dedicarte un verso más está de más...
Así que
corre como siempre, que no iré detrás; 
lo has hecho ya, y la verdad, 
me da igual.




Nunca dijo "Te quiero", nadie le enseñó.




Clara ya no quiere llorar,
dice que ella nunca volverá a mirar atrás.
Dice que el amor sólo duele,
y que toda su suerte se va por donde viene.
Dice que hace tiempo se volvió mayor,
que a sus dieciocho años sabe tanto de dolor...
Qué malo ha sido el mundo para ti, Clara;
y qué grande la sonrisa que dibujas en tu cara.

Clara nunca fue la mejor,
nunca dijo "Te quiero", nadie le enseñó;
su camino no fue nunca fácil, 
pero no se rindió.
Clara tiene tanto que ver,
tiene tantas calles por correr...
Clara nunca jamás tuvo nada, 
sólo el mundo a sus pies.

Nadie más la ha vuelto a engañar,
no se fía de la gente que promete sin parar.
Todo lo que tiene está en sus manos:
un montón de historias rotas y de sueños remendados.
Clara se compró un corazón
que nunca le hace caso, así le va mucho mejor.
La vida no te quiso sonreír, Clara;
pero aún te quedan fuerzas, y a tus pies nada les para.

Clara nunca fue la mejor,
nunca dijo "Te quiero", nadie le enseñó;
su camino no fue nunca fácil, 
pero no se rindió.
Clara tiene tanto que ver,
tiene tantas calles por correr...
Clara nunca jamás tuvo nada, 
sólo el mundo a sus pies.

Luchar por otro día no fue fácil para ti,
pero aún te quedan fuerzas para sonreír.
Los palos que te dieron te obligaron a crecer,
jamás tuviste nada y hoy el mundo está en tus pies. 

Clara nunca fue la mejor,
nunca dijo "Te quiero", nadie le enseñó;
su camino no fue nunca fácil, 
pero no se rindió.
Clara tiene tanto que ver,
tiene tantas calles por correr...
Clara nunca jamás tuvo nada, 
sólo el mundo a sus pies.



martes, 5 de marzo de 2013

Para ti, que sé que estás leyendo esto:


Bienvenido, una vez más, querido lector; a éste, mi pequeño y pasional mundo en el que sumerjo mis manos y mi boca para deleitar de la mejor forma posible con palabras:

Ésta será una entrada un poco diferente de las demás. El leve cambio estará en que me dirigiré a ti, a vosotros, a quienes me lean; para daros las gracias y contaros uno de mis mayores secretos. ¡Qué menos, con todo lo que hacéis por mi con cada visita que sumáis al contador!
Como ya he dicho innumerables veces en muchas de las entradas que publico, éste blog es para mi como un recóndito paraíso lejano de la superficialidad del mundo, en el que sólo me encuentro yo, mis sentimientos, un montón de personajes fantásticos y magia, y todo producto de las mortíferas alucinaciones que la risa en excesiva medida suele provocarme. Es como mi escondite, mi baúl de los secretos, al que le cuento todo sin necesidad de mover los labios confiando en que los protegerá escondiéndolos bajo las vísceras de su propio corazón. Que, en éste caso, es un corazón de papel.
Y ahora os preguntaréis: las cosas que escribo, ¿son ésos todos mis secretos? Para nada. Pero nada de nada. No os podéis hacer una idea de la cantidad de lágrimas, sonrisas y reacciones inesperadas que expresan las entradas que guardo entre los borradores, como si fuesen los bocetos de una monna lisa triste, otra enfadada y otra perdidamente enamorada. 
Bueno, al grano, que como ya sabréis, escribiendo casi siempre me voy por las ramas... 
Quería daros las gracias. Sí, a vosotros, a los que alimentáis mis ganas de seguir escribiendo, a los que me dais esa fuerza para expresarme cuando ni siquiera me comprendo a mí misma. A los que gastáis vuestro tiempo en comprender mis palabras que, probablemente, muchas veces sean insignificantes; a los que os metéis en mi piel y os sentís como yo con el simple hecho de leerme. A los que, si les pido de repente que le echen un vistazo a éste recoveco de mi alma, lo hacen con gusto; a los que me piden a menudo la dirección para sumergirse un poquito más en mi interior. A todos los que estáis leyendo esto; a todos los que no han leído nada, pero que, aunque no lo saben, lo harán; a todos los que disfrutáis de cada tilde, cada coma, cada palabra y cada sentimiento que pretendo expresar con la mayor fidelidad de la que me creo capaz. 
¿Y por qué os doy las gracias? Por ser esa prueba palpable de que los sueños se pueden hacer realidad, de que aún existen humanos con una parte sensible en su interior, de que todavía queda alguna esperanza para la mejora de éste mundo que, por falta de demasiadas cosas aparte del dinero (quizá incluso la escasez de éste sea el menor de los problemas) está hecho una realísima mierda. Porque un gesto tan simple como el aumento en uno de la cuenta de las miradas que ven ésto puede significar más cosas de las que todos piensan. 

Quizá otra de vuestras curiosidades sea la causa por la que escribo tanto sobre los sueños. Desde pequeña he vivido siempre en mi propio mundo de fantasía y magia en el que los peluches daban clase y me hablaban desde la esfera de un reloj de madera encantado; en el que las princesas se escondían entre los capiruchos de Semana Santa de un boceto a lápiz para evitar ser condenadas por la profesora a desaparecer de un plumazo de goma de borrar; en el que las mariposas eran tan grandes como casas y tenían picos de pájaro (¿o eran pájaros gigantes provistos de alas de mariposa?); en el que las canciones de patitos que iban a la ciudad eran mi propia nana y en el que cada noche, en mi cama, me inventaba una nueva historia para representarla teatralmente a retortijones bajo las sábanas antes de dormirme. Y durante toda mi infancia y mi adolescencia (o como queráis llamarla) hasta ahora siempre he tenido un sueño, una meta... pero una meta demasiado perfecta. He aquí mi secreto:


Mi sueño siempre ha sido encontrar el amor, una persona que me cuide y me quiera, que me respete, que sea divertida y madura, alegre, romántica y capaz de hacer cualquier cosa por amor... No sé, podría pasarme horas diciendo adjetivos para designarlo, así que no debe ser nada fácil de encontrar... Pero me explico mejor contando cómo es la imagen que me hago de mí cumpliendo mi sueño: Él y yo, tras un día romántico (con romántico me refiero a un día de escapada matutina, de paseos entre flores, de vestidos, de cosquillas bajo la seda, de helados, de risas, de libertad, de besos, de deseos, de ilusión, de caricias, de miradas, de palabras hermosas, de imágenes que se te graban en la mente como fotografías, de playas, de huellas divertidas persiguiéndose sobre la arena, de pieles mojadas en el agua salada, de promesas que serán cumplidas, de cabellos alborotados, de sonrisas, de largas carreras hacia un horizonte desconocido persiguiendo el sol del atardecer a través de un campo verde y florecido en primavera, de amor), agotados, tumbados a la interperie en un cabo a contemplar los susurros de la luna y el brillo de las estrellas, a contarlas y ponerles nombre como si fuesen nuestros hijos, a amarnos bajo un mar de galaxias, a observarnos atentamente a la luz de la magia y a quedarnos así, eternamente...
Y es mucha fantasía, diréis algunos; algo demasiado perfecto para existir en éste injusto mundo. Pero es mi sueño, y no voy a dejar de buscarlo, por muy imposible que parezca. Y si os preguntáis qué ocurriría después de esa noche, me gustaría llevar una vida de familia con esa persona, crecer, madurar y envejecer junto a ella, criando a nuestros hijos, viviendo de lo que nos gusta y no de lo que se base en la necesidad de dinero; evitando a toda costa que esa magia se esfumase, sin dejar jamás que la rutina se instalase entre nosotros y destrozase nuestro amor.

Y ahora estaréis pensando en lo empalagoso que suena todo esto, en lo romanticona que estoy hecha... a éso no puedo darle una explicación. Pero, ¿sabéis qué me encantaría? Me llenaría profundamente, me enloquecería que me hicieseis preguntas sobre lo que suelo escribir, sobre mi forma de hacerlo o mis motivaciones, sobre cualquier curiosidad que os entre en la mente cuando me leéis... Prometo responder con esmero a cada una de ellas.

Sin mucho más, para cada uno de vosotros, un sincero gracias.



domingo, 3 de marzo de 2013

MI perfecto desastre.

Ella. Claudia.
Ella es un "'¡Buenos días!" cariñoso, alegre, esperanzador y un poquito frustrante. Ella es los besos de buenas noches que con cada luna repite una y otra vez hasta que yo, ya algo harta, la mando a dormir. Ella es esa vocecilla aguda y meticona que siempre quiere saberlo todo sobre mí y desea con ilusión que confíe en ella lo suficiente cada mañana para invitarla a mi cama a leer mi diario. Ella es esa pequeñaja inocente y distraída que tarda cuatro horas en hacer los deberes de lengua y todo un curso en leerse cien páginas de un libro interesante si mi madre no está detrás de ella. Es esa bombillita luminosa que enciende cada día de mi vida con la sonrisa y los abrazos que me dedica, ésa que cuando está enfadada se colorea de verde; ésa que cuando llora se tiñe de rojo vivaz y algo aguado; ésa que entre mil capas de abrigo parece una figurita de mármol gélido y azul sacada de un cuento de los hermanos Grimm. Ella es ese diminuto terremoto de mirada pícara y mente ingeniosa que pasea por mi habitación susurrando cosas indescifrables mientras busca un libro con el que excusar su desvelo cuando mi madre sube a dormir y la encuentra a ella despierta. Ella es ésas palabras chivatas y piconas que a ratos no cesan de meterse conmigo o de intentar llamarme la atención, pero que en el fondo me admiran por ser mayor. Ella es la que siempre va detrás mío intentando agarrar las mismas cosas que yo y al mismo tiempo, pero que siempre obtiene una decepción al darse cuenta de que están a más altura de lo que se esperaba. Ella es la enana que sigue disfrutando como tal cuando juega a las Barbies, ella es esa bola de niñez escurridiza que corre escaleras arriba, escaleras abajo, sin parar de reír como una lunática. Ella es esa emprendedora de la vida aún cercana a la línea de salida, es la joven vela de la tarta de cimientos de nata de nuestra casa. Ella es esa niñita infantil que quiere hacerse mayor y que, a pesar de todo, espero que nunca madure y se quede como la niña que es ahora, es ésa que cuando ve que me voy llorando a dormir viene en seguida a preguntarme qué ocurre o me cucea el móvil para preguntárselo a alguno de mis amigos. Ella es esa simpática protectora a la que protejo yo cuando derrama lágrimas desconsoladas por la pérdida de alguno de sus peces. Ella es esa niña graciosa a la que una canción de amor recuerda a un animal, ésa a la que a veces le entra la risa por cualquier cosa y no para de reírse en todo el día. Ella es esa pilla locuela que, si por la noche discutimos, al siguiente día me despierta con su mirada atenta puesta en mí desde la puerta entreabierta y viene corriendo a saltos de alegría a abrazarme. Ella es esa de la que tuve celos y que ahora me envidia, ella es la que se muestra encantada ante la idea de vivir juntas de mayores y gastarse parte de sus ganancias como cantante de ópera en mí. Ella es esa pequeña (que en el fondo es muy grande), que hace que en mis días de fanática del orden, el desorden siga pareciendo maravilloso, y es ésa por la que cada día mi habitación es una maraña de recuerdos e ilusión cosidos por sus propias manos llenas de amor hacia mí.



Ella es esa parte de mí misma a la que quiero, pero a la que nunca me atrevo a decírselo; a la que me mata ver llorar y a la que le deseo con todo mi corazón que algún día le dé por entrar en este escondrijo de mi alma y que se encuentre con ésto... Ella es mi hermana. Es ese desastre, que a pesar de que crezca y madure siempre será mi desastre.

  Mi perfecto desastre.