Aún me sigo preguntando de dónde sale todo.

domingo, 27 de enero de 2013

La ruta de los recuerdos, arco iris.

Era un día extraño.
Lo era, porque estuvo y a la vez no lo hubo, arco iris (fue todo muy raro).
Lo fue, porque el sol salió, pero no fue sol; porque el cielo brilló, pero no fue cielo; porque las nubes taparon su brillo azul, pero no existieron; arco iris (fue todo muy raro).
Iba en el coche, se escuchaba el murmullo del río, algo ahogado por el mar de neumáticos que bañaban la carretera, pero no oía nada. Se veía la pequeña presa, los árboles desnudos del invierno pidiendo una vestimenta de hojas coloridas, pero no veía más allá del agujero negro de mi afligido corazón.
Sólo pude sentir dentro de mí el vacío que llevaba dentro desde hacía ya una semana, una eterna semana sin él. Sólo pude escuchar cómo, en todo recoveco de las almas que conozco, caía una lágrima hacia un inmenso abismo. Pude apreciar, bajo el refugio del techo del coche, cómo todas las personas que conozco estaban igual, o de un modo parecido a mí en ese mismo momento. Solas, tristes, nostálgicas, confusas... arco iris (fue todo muy raro).

Y sí, más de una vez dije que estaba bien, que lo había superado. Supongo que mis palabras se movieron solas, porque yo no sé ni cómo me siento; y no me gusta dar pena a la gente, así que lo harían para no preocupar a nadie. En la realidad se me hace todo tan confuso, y en los sueños parece todo tan real, que a veces me pregunto si sigo viva y no soy una especie de fantasma que divaga por la vida complicando la de los demás.
Soy como una montaña rusa: ya puedo estar baja, que de repente subo muy, muy alto para después caer de nuevo. Y todo ello en apenas segundos. Pero, claro, en la parte baja siempre toca esperar hasta que el carrusel suba las cuestas, así que creo que no me compensa. Este parque de atracciones tiene muy pocas volteretas.

Arco iris (es todo muy raro).

¿De qué estaba hablando?
Ah, la ruta de los recuerdos... Dimos juntas un largo paseo, larguísimo, duró algo así como meses. Meses de todos los recuerdos que quise volver a guardar en mi memoria, meses de sensaciones que intenté volver a sentir. Pero no, por más que miré aquél banco; por más veces que hubiera pasado por las zonas que frecuentábamos; por más momentos que mi mente hubiera retenido... esa sensación no volvía. Y creo que no lo hará hasta que me enfrente a su mirada.

Caminábamos por una ciudad llena de los espíritus de los recuerdos.Yo hablaba, ella simplemente escuchaba y observaba. Conté tantas cosas que después no recordó ninguna, pero no sé si se dio cuenta de la nostalgia que describía la estela de mis palabras. Ni yo misma me había escuchado hablar así jamás. Ella me decía que hablaba rápido, quizá lo hiciera para llenar el vacío que me suponía ver aquellos lugares sin el espacio de su cuerpo a mi lado. Quizá simplemente lo hacía por miedo a preocuparla si veía que no lograba articular palabra. Quizá era sólo un acto reflejo, una pesada y dolorosa carga de la que tuviera que desprenderme. No lo sé, arco iris (fue todo muy raro).

Y sí, lo más raro es que no dejo de decir eso del arco iris. Y también, que esta entrada no está tan bien como el resto, digamos que la motivación viene y se va cuando le da la gana, pero yo siento que necesito hablar. Y como es un poco patético hablar sola en alto, escribo. Lo malo es que en una entrada no puedo escribir nada que signifique que no sé qué más decir sobre el tema, cosas como: "No sé, es todo muy raro"; o "Bueno, la cosa es que...", o "...Pues eso". Y, en vista de que yo no cesaba de decir esas cosas y cortar las frases a medias, ella me dijo que cuando no supiese qué más decir, dijese arco iris. Así que eso es lo que hago. Y bueno, como a la inspiración le ha apetecido marcharse de vacaciones, aquí cierro la entrada, no vaya a ser que empiece a decir chorradas... arco iris (es todo muy raro).



viernes, 25 de enero de 2013

Peor que las pesadillas y no poder despertar, es estar despierto en vida sin nada en lo que soñar.


Porta - No eres tú.




Ya no eres tú,
tú a mi no me entiendes,
el tiempo cambia a las personas,
las personas mienten.
Y yo ya no te creo,
estás diferente,
y no soy yo, dices que tú tampoco,
¿será el presente?
Todo vino de repente
así que ni me lo creía,
lo digo seriamente:
dime qué de mí sería
si te fueras si pudieras
sentir lo que siento
dentro de este cuerpo
que parece de cemento.
Sé que soy uno entre cientos
tan sólo, y te juro
que puedo darte todo,
de algún modo lo aseguro.
Y siento que para ti no es duro,
y miento
si te miro a los ojos
y digo que me arrepiento.
No es justo,
explícame qué ocurre,
por favor, no eres tú,
entonces ¿de quién coño es el error?
Jamás entenderás
cómo me siento en este instante,
quizás si estuvieras en mi lugar
sería diferente.
Estás distante y
si soy importante para ti,
sólo pido explicaciones,
aunque no las debería pedir.
Serás mi bendición,
mi perdición, y tus rayadas
podrían terminar por destrozar
un cuento de hadas.

Ya nada es igual,
me cuesta olvidar,
soy yo el que está mal...
No eres tú
quien llora desconsolado
y ha borrado
los recuerdos que me dabas
cuando estabas a mi lado.
No eres tú quien está medio tirado
en el suelo sin consuelo,
en un duelo
con el ego destrozado.
No eres tú quien tiene pesadillas
todos los días
y llora en agonía
soñando lo que tenía.
No eres tú quien falló
y ahora cumple condena,
no eres tú nena,
el que está así soy yo.

¿Sabéis cuál es la diferencia?
Que yo me quiero suicidar,
ella me quiere olvidar
y me hiere su indiferencia.
Se me agota la paciencia,
no puedo esperarte más,
es el arte de olvidarte
porque nunca volverás.
Me das dolor y sufrimiento,
sin sabor, abatimiento,
yo le cuento lo que siento
y el tormento es un horror.
Por un error ahora el viento
ya no sopla igual de lento,
y si miento es el lamento
del tiempo sin nuestro amor.
Con el calor de aquella carta
derretí la relación,
y de la tarta se apagaron
las velas de la pasión.
Un latido y el corazón herido,
desamor fingido,
he bebido y he vivido
y no olvido mi dolor.
La pluma de mis alas arrancadas me recuerda
que fui yo quien saltó,
pero tú fuiste quien
ató al cuello la cuerda.
Ya no respiro,
si lo hago,
es del humo de cenizas
que volaron de un soplido.
Ya no pido que regreses
y me beses sin sentido,
si han sido 7 meses,
7 veces he nacido.
Peor que las pesadillas
y no poder despertar,
es estar despierto en vida
sin nada en lo que soñar.

Ya nada es igual,
me cuesta olvidar,
soy yo el que está mal...
No eres tú
quien llora desconsolado
y ha borrado
los recuerdos que me dabas
cuando estabas a mi lado.
No eres tú quien está medio tirado
en el suelo sin consuelo,
en un duelo
con el ego destrozado.
No eres tú quien tiene pesadillas
todos los días
y llora en agonía
soñando lo que tenía.
No eres tú quien falló
y ahora cumple condena,
no eres tú nena,
el que está así soy yo.

Y es que olvidar no es nada fácil,
perdonar tampoco,
el corazón es frágil,
tantísimo que el mío está roto.
Tan bueno
que parezco tonto,
soy un imbécil,
noto que pronto sólo te reconoceré en fotos.



jueves, 24 de enero de 2013

VI. El principito, Antoine de Saint-Exupéry

¡Ah, principito! Así, poco a poco, comprendí tu pequeña vida melancólica. Durante mucho tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas de sol. Me enteré de este nuevo detalle, en la mañana del cuarto día, cuando me dijiste:
-Me encantan las puestas de sol. Vamos a ver una puesta de sol.
-Pero tenemos que esperar...
-¿Esperar a qué?
-Esperar a que el sol se ponga.
Al principio pareciste muy sorprendido; luego, te reíste de ti mismo. Y me dijiste:
-¡Me creo siempre en mi casa!
En efecto. Todo el mundo sabe que cuando es mediodía en los Estados Unidos el sol se pone en Francia. Bastaría poder ir a Francia en un minuto para asistir a la puesta de sol. Desgraciadamente, Francia está demasiado lejos. Pero sobre tu pequeño planeta te bastaba mover tu silla algunos pasos. Y contemplabas el crepúsculo cada vez que lo querías.
-Un día, vi ponerse el sol cuarenta y tres veces.
Y poco después agregaste:
-¿Sabes?... Cuando uno está verdaderamente triste son agradables las puestas de sol...
-¿Estabas, pues, verdaderamente triste el día de las cuarenta y tres veces?
El principito no respondió.


Y hoy solo quiero creer...


Puedes contar conmigo - La Oreja de Van Gogh.




Un café con sal,
ganas de llorar:
mi mundo empezando a temblar,
presiento que se acerca el final.
No quiero ganar,
ahora eso qué más da...
Estoy cansada ya de inventar
excusas que no saben andar.

Y sólo quedarán
los buenos momentos de ayer
que fueron de los dos,
y hoy sólo quiero creer
que recordarás
las tardes de invierno por Madrid,
las noches enteras sin dormir...
La vida pasaba y yo sentía que me iba a morir de amor
al verte esperando en mi portal,
sentado en el suelo, sin pensar
que puedes contar conmigo...

Nunca hubo maldad,
sólo ingenuidad
pretendiendo hacernos creer
que el mundo estaba a nuestros pies.

Cuando el sueño venga a por mí
en silencio voy a construir
una vida a todo color,
donde vivamos juntos los dos.

Y solo quedarán
los buenos momentos de ayer
que fueron de los dos,
y hoy sólo quiero creer
que recordarás
las tardes de invierno por Madrid,
las noches enteras sin dormir...
La vida pasaba y yo sentía que me iba a morir de amor
al verte esperando en mi portal,
sentado en el suelo, sin pensar
que puedes contar conmigo, para siempre...

...y no puedo evitar
echarte de menos mientras das
la mano a mi tiempo y te vas,
yo siento que quiero verte, verte, y pienso...

...que recordarás
las tardes de invierno por Madrid,
las noches enteras sin dormir...
La vida pasaba y yo sentía que me iba a morir de amor
al verte esperando en mi portal,
sentado en el suelo, sin pensar
que puedes contar conmigo...

...que recordarás
las tardes de invierno por Madrid,
las noches enteras sin dormir...
la vida se pasa y yo me muero,
me muero por ti...

martes, 22 de enero de 2013

Volver a ser un niño.

Nieva, nieva en la ciudad. Los rostros asombrados de los alumnos observan, embobados, los blancos copos que lloran tras los cristales; ajenos al ambiente de incógnitas y ecuaciones que inunda la estancia. Parece que una fina y dulce sábana haya cubierto todo lo que alcanza la vista: árboles, coches, calles, parques, tejados, balcones y floreros olvidados.
Los niños, entusiasmados, levantan un suave murmullo entre pupitres, mientras el profesor continúa explicando de espaldas a ellos, inconsciente de que nadie le escucha. Los copos caen con prisa por llegar al suelo, como si de tanto frío necesitasen el calor que el asfalto roba a los neumáticos de los -ahora también nevados- coches en movimiento.
Todos los niños son incapaces de aprovechar el momento como les gustaría, todos están encerrados en su lugar correspondiente sin causar el mínimo alboroto, pero en el fondo de sus impulsos darían cualquier cosa por salir al patio y jugar juntos con la nieve durante toda la mañana. Copo tras copo, niño tras niño y pensamiento tras pensamiento sin saber qué ocurrirá con toda esa blancura, sin saber qué harán quienes no huyen de la ráfaga de nieve que atemoriza al resto. Adultos tranquilos caminando justo por la mitad de la calle, contra mujeres molestas porque su peinado perderá volumen. ¿Acaso eso es lo más importante? La superficialidad conoce tantos recovecos en los que esconderse, tantas excusas, que se olvida de la fría ilusión que trae la nieve. Nadie se da cuenta de ese pequeño crío que mira por la ventana imaginando toda su ciudad nevada. Nadie sabe lo que puede significar para él, lo que puede rondar en sus pensamientos, los recuerdos que puede traerle ese precipitado invierno. Quizá incluso en un futuro ni él lo sepa, o quizá ni siquiera experimente más veces la sensación de la que el blanco polvo le inunda. Pero la brillante mirada de un niño ilusionado y su sonrisa pueden mover cielo y tierra por lograr milagros... sólo hace falta la receta de la ilusión, un poco de sensibilidad y una pizca de nieve.

Las mujeres desesperadas por su peinado van venciendo a los hombres despreocupados, que ahora intentan no llegar a sus hogares habiendo sido convertidos en un muñeco blanco, hasta que una de las metódicas señoras alza la vista hacia las ventanas del colegio y se fija en los cincuenta y cuatro ojos que los observan. Entonces los señala con el índice, y tanto hombres como mujeres dirigen la mirada hacia donde ella señala. De repente, la puerta del colegio se abre y sale un pelotón de niños y profesores corriendo, sonriendo, gritando; que se vuelven locos por coger un puñado de nieve y lanzárselo riendo a un objetivo cualquiera en son de paz.

Pasada la media hora, la ciudad está a rebosar de gente por las calles jugando, riendo y bailando entre la nieve; nadie ha podido resistirse a la tentación...






...volver a ser un niño. 

Lo que hay detrás de las sombras. Impulsos.

Enlace multiusos: para recibir un impulso, para no sentirse solo, para levantar ese ánimo que está por los suelos... pinche aquí.

domingo, 20 de enero de 2013

¿Buenos días? No sin ti.


Abro los ojos e instantáneamente, tropiezo con la realidad.

Una radio antigua algo estropeada suena en mi habitación contándome cada desgracia ocurrida ayer. Un autobús estrellado en la carretera, un avión que tuvo que desviarse de su camino para no tener un accidente a causa del fuerte viento, maltratos por doquier, la muerte de alguien importante y; por último, la situación crítica de la economía hoy en día. Sí, suelen narrarlo todo con mucha precisión, me asombra cómo los periodistas pueden dar con tantas respuestas en tiempo máximo de un día. También me llama la atención (y me extraña) que no se vuelvan locos al tener siempre malas noticias que contar, tanto negativismo acaba haciendo daño al alma, así que, o ya lo están, o son más fuertes que yo.
Y me pongo como ejemplo para comparar, porque cuando llego a casa y veo el telediario, es tal impotencia la que me entra que incluso a veces acabo llenando de lágrimas la ensalada. Sí, sin exagerar. 
Se supone que en la televisión se cuentan noticias bastante relevantes y en general sobre el mundo. Sin embargo, en las noticias de mi mundo, hoy sólo se escuchan sollozos rasgados por los filos de cristal de los pedazos de mi todo destrozado. ¿Cómo narices pretende el mundo que esto se me pase en dos, tres, cinco días? Yo no soy así. Yo no paso de todo a la mínima. Yo soy sensible, como lo fue mi padre; mi madre siempre me dice que tengo el mismo alma que él, solo que yo logro expresarlo. Pero eso no viene al caso.
Tienen razón quienes dicen que la adolescencia es una muy mala etapa, y lo afirmo yo, que creo que sé llevar bastante bien las cosas. Pero supongo que, tarde o temprano, las situaciones terminan venciendo nuestras fuerzas y; aunque lo intentemos, no encontramos otra salida que tragarnos el asfixia de las lágrimas congeladas en el pecho. 
Bien, yo aseguro que, al final, el calor de la dolorosa sangre que nos corroe por dentro a quienes sufrimos conseguirá hacer líquidas las lágrimas que nos guardamos, y cuanta más cantidad hayamos ido congelando, más nos saldrá después.

Esta noche ha sido larga, la más larga que he podido presenciar nunca. No tenía sueño, aunque sí estuviese cansada; supongo que se necesitan ambas cosas para tirarte a la cama y caer al abismo negro de los sueños sin tiempo a pensar en nada. Mi cabeza dio vueltas y vueltas, giró a la derecha, continuó todo recto y giró a la derecha otra vez, mientras miraba con detenimiento cada parada, cada portal, cada jarrón de flores... cada recuerdo. Después llegó a un cruce y torció a la izquierda, siguió observando los recovecos de todo lo que encontraba. Y con cada detalle, con cada recuerdo que se cruzaba en su camino; llamaba a Sentimiento para que me avisase, a veces del hallazgo de un tesoro, a veces de catástrofes. 
Con todo esto, mi cuerpo actuaba. Daba giros, vueltas, retortijones y golpes en la cama, revolvía las mantas (ahora ya entiendo cómo pueden haber acabado todas en el suelo y yo helada), sujetaba con fuerza los cojines y de repente, sonreía. Quizá mis ojos expresaran algo más que tristeza por una milésima de segundo; no estuve a mi lado para verlo. Después, aferraba firmemente todo lo que encontraba, pensaba en todas las costumbres a dejar atrás, y lloraba. Mi cuerpo siempre hizo bastante lo que quiso consigo mismo porque, si por mí fuese, le habría mandado a hibernar. 
Después de sentirme fuerte un rato, las lágrimas me oprimieron la garganta tanto que no pude respirar, y me vi obligada a saltar de la cama en busca de pañuelos para secarme la cara. 
Cuando me tranquilicé, me tumbé de nuevo sobre las mantas, sin taparme; hasta que advertí que estaba temblando. Entonces eché de menos su calor y, por más que intenté evitarlo, terminé con la realidad sobre mí: pensando en que no volveré a sentirlo. 
Eso me llevó a darme cuenta de que debía despedirme de muchas otras cosas, lugares, palabras y gestos. Y la dificultad que me supone lograrlo me tragó por completo porque, no recuerdo cómo, me encontré a mí misma encogida sobre la silla de tela de la buhardilla abrazándome las rodillas mientras las lágrimas mojaban el fino pijama que también me envuelve ahora mismo. 
El resto uno se lo podría imaginar: intenté dormir y cuando -medianamente- lo conseguí, empecé a soñar que todo era como antes. Al ser un sueño muy difuso, lograba pensar tras tanta borrosidad, y mi doloroso sentido de la razón formó en mi cabeza la cierta idea de que todo era un sueño y que eso no iba a volver. Así que me desperté medio llorando otra vez y con ganas de devolver, fui al baño, bebí agua y volví a la cama. Estuve un buen rato -quizá varias horas- planteándome si mirar la hora o no, cuando lo hice eran las seis y media de la mañana. Tardé otro buen rato, pero conseguí dormirme, o eso creo. Me desperté de nuevo a las ocho y media, cuando empecé a llorar otra vez y a morder las mantas...

Supongo que el tiempo y las palabras lograrán que pase todo, y que todo pase. Al menos, es en lo poco en lo que sigo confiando... espero que no me decepcionen.


sábado, 19 de enero de 2013

Diré que lo intentaré. No prometo nada.

Quizá normalmente sepa qué escribir en cada momento en que tengo algún sentimiento a flor de piel, y quizá todo el que lo lea me diga y me vaya a decir siempre que utilizo muy bien las palabras. Quizá también sea lo único a lo que verdaderamente pueda agarrarme sin sentir que podría caer, quizá sea lo único que no desaparezca en toda mi vida. Y creo que se debe a que lo llevo dentro de mí, como mi forma de ser, como mis creencias... Y al igual que a veces a las personas no les gusta hacer algo aunque deban, a veces a mí no me apetece escribir. Esta es una de esas veces pero; sin embargo, siento que lo necesito.
Supongo que, al no tener ganas, no me saldrá nada demasiado provechoso de leer, quizá sólo escriba banalidades varias y poca cosa más. En fin, quien no quiera leer a partir de aquí, está en su derecho.

Comencemos debatiendo sobre unicornios:
Se dibujan en mi mente como animales con cuerpo de caballo, pelo suave y fino de colores de arco iris, con cuernos enroscados del color azul de una nube lluviosa... Olvidémoslo. Mi tono arisco y serio es incapaz de decir idioteces sin que suenen totalmente fuera de contexto.
Y no, no se me da bien fingir, supongo que intento ocultarlo entre temas de conversación incoherentes y risas falsas, con la cabeza entre las rodillas y los brazos abrazándome a mí misma para sentir el amago de un calor que echo de menos. Supongo que las estrellas intentan ayudarme pero no tienen palabras más que para deprimirme más, y supongo que no sé muy bien qué hacer ni adónde ir ahora mismo. La gente a mi alrededor, incluso la más fuerte, se derrumba al ver mis ojos, supongo que mi apariencia es muy contraria a lo que suelo guardarme en mi interior para nadie más que para mí y mis hojas de cuaderno llenas de letras pintadas con rotulador morado. Pero no hoy. Supongo que aparento fuerza, firmeza, decisión; y quizá incluso por dentro lo sienta. Pero no ahora. En cuanto paso algo de tiempo a solas con mi memoria el vacío me inunda, y me vuelvo incapaz de fingir estar bien. Quizá lleve mucho tiempo recogiendo en una caja los pedazos de mi alma destrozada por cada fallo, quizá no me haya atrevido a mirarlos mientras los colocaba por orden.
Es triste estar tan rota como un cubo de rubick sin ligaduras, y tener que coger una a una todas tus piezas para colocarlas cuidadosamente y sin mirar en una caja de recuerdos ya demasiado llena.
Es triste que todo lo que lleva un tiempo formando el nudo de mi garganta consiga desanudarse ahora, y por si fuera poco, añada un nudo más.
Es tentadora la idea de escapar de aquí, de sentarme en cualquier esquina y acurrucarme para siempre en un mar de lágrimas, hasta perder el sentido. Pero sé que no puedo hacerlo, supongo que no puedo dejar el turno a medias en una partida del parchís, tampoco cambiar el rumbo que he tomado ya con mi ficha, ni ir en dirección contraria para llegar antes a casa y poder descansar.
Supongo que no me queda otra que revisar una a una mis piezas, limpiarlas y reconstruirme, sonreír, levantar bien alta la cabeza y caminar... Diré que lo intentaré.

No prometeré nada.

Would you hold my hand if I saw you in heaven?


Tears in Heaven - Eric Clapton



Would you know my name
if I saw you in Heaven?
Would you be the same
if I saw you in Heaven?
I must be strong
and carry on
'cause I know I don't belong
here in Heaven.

Would you hold my hand
if I saw you in Heaven?
Would you help me stand
if I saw you in Heaven?
I'll find my way
through night and day
'cause I know I just can't stay
here in Heaven.

Time can bring you down, 
time can bend your knees, 
time can break your heart,
have you begging please
begging please.

Beyond the door
there´s peace
I´m sure
and I know there'll be no more
Tears in Heaven.

Would you know my name
if I saw you in Heaven?
Would you be the same
if I saw you in Heaven?
I must be strong
and carry on
'cause I know I don't belong
here in Heaven.


Take That - Patience.





Just have a little patience.
I'm still hurting from a love I lost
I'm feeling your frustration
any minute all the pain will stop

Just hold me close
inside your arms tonight
don't be too hard on my emotions

Cause I need time
my heart is numb has no feeling
so while I'm still healing
just try
and have a little patience
I really wanna start over again
I know you wanna be my salvation
the one that I can always depend

I'll try to be strong,
believe me,
I'm trying to move on
it's complicated but understand me

Cause I need time
my heart is numb has no feeling
so while I'm still healing
just try
and have a little patience,
have a little patience.

Cause these scars
run so deep
It's been hard
but I have to believe

Have a little patience
have a little patience

Cause I, I just need time
my heart is numb has no feeling
so while I'm still healing
just try
and have a little patience,
have a little patience.

My heart is numb has no feeling
so while I'm still healing
just try
and have a little patience



viernes, 18 de enero de 2013

Nothing else matters - Metallica





So close, no matter how far
couldn't be much more from the heart
forever trusting who we are
and nothing else matters.
Never opened myself this way
life is ours, we live it our way
all this words I don't just say
and nothing else matters.
Trust I seek and I find in you
every day for us something new
open mind for a different view
and nothing else matters.

Never cared for what they do
never cared for what they know
but I know.

So close, no matter how far
couldn't be much more from the heart
forever trusting who we are
and nothing else matters.

Never cared for what they do
never cared for what they know
but I know.

I've never opened myself this way
life is ours, we live it our way
all this words I don't just say
and nothing else matters.
Trust I seek and I find in you
every day for us something new
open mind for a different view
and nothing else matters.

Never cared for what they say
never cared for games they play
never cared for what they do
never cared for what they know
but I know.

So close, no matter how far
couldn't be much more from the heart
forever trusting who we are
and nothing else matters.




¿Qué buscan tus húmedos ojos en un lugar sin horizontes?

Su mirada pasea, perdida, por la estancia de madera oscura a la que la ha llevado su curiosidad. La entrada es tan estrecha que da la impresión de cerrarse a su alrededor, y los numerosos adornos de piedras preciosas incrustadas en la caoba hacen que su imaginación vuele por los miles de momentos felices que se debieron vivir en la otra vida de aquella casa, en una etapa en la que no pareciese que fuese a derrumbarse con el menor movimiento. Las tablas crujen bajo su cuerpo con el simple hecho de cambiar el peso de un pie al otro, las paredes la acorralan y la barandilla, de un mármol polvoriento y gris, parece caérsele encima y atraparla por completo en una gran alcantarilla cual rata curiosa. Escucha el golpe de una contraventana mal cerrada al pelear contra los cristales y, tras él, la ululante ráfaga de viento que se cuela por cualquier grieta de lo que antes debía ser un balcón para enamorados. Golpe, viento; golpe, viento; golpe, viento... O es lo poco que logra escuchar durante un tiempo indefinido que se ha olvidado de contar o, simplemente, es lo poco que se escucha, porque tras esas ropas de choque y brisa lo único que se esconde, porque cabe, es el silencio.
De repente, el aire se para en seco a medio camino entre el pulso y el empujón, y pasan cinco segundos demasiado largos para ser lo que son hasta que un nuevo sonido rasga el gélido ambiente. Suena fuerte, decidido, pronunciado: el aullido de dolor de alguna criatura que espera a la puerta de la casa en ruinas, a menos de diez metros, justo a sus espaldas... Casi a la vez, un destello dorado inunda la sala y hace brillar por un segundo las telas de araña gigantes que el tiempo ha cosido. Rayos. De la nada de ese vacío sonido aterrador sale, casi sin querer, un bramido del viento que hace temblar el suelo bajo sus pies. Truenos. Pasan segundos que podrían ser semanas convertidas en milenios, y más lobos cortan la circulación del ensordecedor silencio. Su frágil cuerpo de cristal comienza a temblar, aterrorizado y congelado a causa de la brisa que se cuela por la puerta entreabierta. Ahora que lo piensa, no recuerda haberla dejado así... Se gira lentamente, descubriendo dos amarillos ojos que la observan desde la penumbra de la noche. Asustada, retrocede en dirección contraria a la curiosa mirada lobuna, sin caer en la cuenta de que detrás suyo ahora se encuentra la alta barandilla. Viento, golpe; viento, golpe; viento, golpe... y choca. Se golpea en la nuca con la barandilla y cae de rodillas al suelo. Tiritando, cierra los ojos firmemente y aprieta los dientes con fuerza deseando despertar de esa horrenda pesadilla, pero cuando los abre solo logra ver esa realidad que la rodea y de la que pretende huir. Una voz susurra desde el fondo de la estancia, lo cual es incoherente ya que se trata de una sola sala con cuatro paredes; la barandilla, que no lleva a ninguna parte si no cuenta un espacio vacío a la interperie a modo de azotea, y una mecedora con una gruesa capa de polvo olvidada en una esquina. La voz tiene un tono fantasma, un sonido agudo y suave y lleva en sí una sensación hipnotizante. Repite una frase que no logra descifrar, cual disco de vinilo rayado condenado a sonar eternamente. Los ojos color caramelo fosforito siguen mirándola, parecen reírse de buena gana.
Su mente vaga entre la realidad y el sueño, y las imágenes borrosas de su memoria y su habilidad parecen ser cada vez menos nítidas. Delira, o eso es lo que piensa. Está confusa, está cansada, es demasiado débil para soportar tanta burla.
"Huye."
Logra entender la primera palabra.


" Huye, pero... ¿adónde?
Dime, pequeña niña de la mirada perdida, ¿qué buscan esos húmedos ojos en un lugar sin horizontes?"



No tiene fuerzas. No tiene ganas. No tiene ilusión. No tiene paciencia. No tiene la suficiente insensibilidad para soportarlo. No sabe cómo afrontarlo. Y muere, poco a poco, y ya no le importa que la mirada felina se acerque más y más a ella... Nota frío, nota húmeda su mano. Nota mojada su rodilla desnuda, nota un suave pelaje gris que la envuelve y la acuna. "Se acabó", piensa. El lobo va a destrozarla, va a machacarla, va a romper cada pedacito de lo poco que queda de su ser. Sólo desea que sea rápido. Espera, y espera, y espera... y no sucede nada. Abre los ojos, y se encuentra dormida sobre un hermoso prado verde en lo alto de una montaña. El sol despierta al fondo, y siente su cabeza reposando sobre el lomo de un animal suave y gris.
Vuelven a su mente aquellas palabras: ¿Qué buscan esos húmedos ojos en un lugar sin horizontes? 
Y, a modo de respuesta, susurra entre la embriagadora luz de la mañana: "Un rayo de esperanza filtrándose por cualquier grieta, que me haga saber que en algún lugar existe el horizonte hacia el que camino."