Aún me sigo preguntando de dónde sale todo.

domingo, 12 de agosto de 2012

Las palabras no funcionan si no les das vida.

Me tiemblan las piernas.
Tengo un nudo en la garganta y mis pies caminan empujados por el aire, supongo, porque no es por mí.
Voy hacia ningún lugar en donde pueda perderme, olvidar esto que me está rompiendo el cerebro a pedradas de fuego, a apalabrados con veneno. Mi corazón late fuerte, inseguro y confuso, pero lento, ahogado, parado, muerto.
No recuerda bien aquellos meses de invierno en los que todo era normal. Ya no imagina que puedan volver.
Ve a su alrededor que todo se derrumba, que yo caigo a un precipicio de fondo incalculable, que todo mi mundo se rompe con el suave crujir de un cristal sobre la superficie de un volcán.
Que no tengo escapatoria vaya a donde vaya. Algo me persigue, continuo, distante y doloroso, dentro de mi cabeza. Tan doloroso que funde mi alma... Y mi felicidad. Por momentos.





Segundo a segundo.





Solo deseo que él se salve, que no se confunda más y dé vida a aquellas palabras:
"No te rindas", le dije.
Lo olvidó, las sustituyeron aquél cigarrillo y esa botella de vodka negro.

Las palabras no funcionan si no les das vida.